lunes, 28 de junio de 2010

Laura Irene Pastor Perez


1-EN EL INSTITUTO ESTUVE 6 AÑOS YA QUE TUVE QUE REPETIR 4º DE ADMINISTRATIVO POR MOTIVOS FAMILIARES.

2-DE LOS COMPAÑEROS ME ACUERDO DE MUCHOS Y GUARDO AMISTAD CON ALGUNOS DE ELLOS SOBRE TODO CON NIEVES MARIN DE LA ALDEA CON ELLA PASE MUY BUENOS RATOS Y HASTA A DIA DE HOY SEGUIMOS QUEDANDO.OTROS COMPAÑEROS FUERON Mª EUGENIA PASQUIER, CHELO GONZALO, CHARO MARTINEZ,CHARO SOTO,OSCAR GONZALEZ,LA VERDAD ES QUE TE PARAS A PENSAR Y TE ACUERDAS DE TODOS.

3-TENGO MUCHOS RECUERDOS PERO COMO HACE TANTO QUE NO HABLAMOS DEL INSTITUTO SE ME OLVIDAN PERO HAY UNA COSA QUE TODAVIA NOS SEGUIMOS RIENDO Y ES QUE UN DIA ESTABAMOS TERMINANDO LA CLASE DE GIMNASIA Y DIERON “AVISO DE BOMBA” DOS AMIGAS Y YO NOS QUEDAMOS DUCHANDONOS,LUEGO NOS CAMBIAMOS DE ROPA,CHARLAMOS Y CUANDO SALIMOS NO HABIA NADIE, ESTABA EL INSTITUTO VACIO DE GENTE, NOS DIO LA SENSACION DE QUE SE HABIA TERMINADO EL MUNDO FUE MUY RARA LA EXPERIENCIA Y DE REPENTE.. SALIO EL CONSERJE CORRIENDO CHILLANDONOS COMO UN LOCO :QUE SI NO SABIAMOS QUE HABIA DESALOJO DEL CENTRO.BUENO, SALIMOS A LA FLORIDA Y VAMOS QUE ALLI ESTABA TODO EL MUNDO TRANQUILAMENTE EN EL CESPED,TOMANDO EL SOL,CERVECITA,VAMOS, QUE COMO SABIAMOS NO PASABA NADA,GRACIAS A DIOS.

4-SOBRE TODO ME ACUERDO DE UNA PROFESORA QUE SE LLAMABA TERESA AYUSO ERA UN ENCANTO,DE IRENE GARCIA (CONTABILIDAD),Mª JOSE MARTINEZ (GIMNASIA),HE OLVIDADO EL NOMBRE DE ALGUNO PERO NO RECUERDO DE NINGUNO QUE FUERA MAL PROFESOR.TAMBIEN RECUERDO CON CARIÑO A UNA ADMINISTRATIVA QUE ESTABA EN SECRETARIA Y QUE SE LLAMABA TRINI QUE FUE MUY CARIÑOSA CONMIGO YA QUE HICE PRACTICAS ALLI UN VERANO Y FUE UNA EXPERIENCIA MUY GRATA.

5-NO ME ACUERDO DE SU NOMBRE PERO TUVIMOS UNA PROFESORA DE ETICA CON LA QUE HICIMOS COSAS NUEVAS,Y ME QUEDA EL RECUERDO DE QUE NOS HACIA SENTIRNOS NOSOTROS MISMOS Y QUE FUERAMOS POSITIVOS EN TODO, CON ELLA ME LO PASE MUY BIEN, Y SOBRE TODO ME ACUERDO DE Mª JOSE (EDUCACIÓN FISICA) TENIA UN TRATO CON LOS ALUMNOS MUY FAMILIAR ERA UN POCO LA MADRE DE TODOS Y LE TENIAMOS MUCHO CARIÑO.

6-CREO QUE DE LO QUE NOS ACORDAMOS TODOS ES DEL VIAJE DE ESTUDIOS, FUE UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE, TAMBIEN ME ACUERDO DE UN VIAJE A LOGROÑO A VER TEATRO ME GUSTO MUCHO Y ME ACUERDO TAMBIEN DE LAS FUNCIONES DEL SALON DE ACTOS.

7-RECUERDO CON MUCHO CARIÑO EL EDIFICIO EN SI, TENGO MUY BUENOS RECUERDO DE ESOS AÑOS, SOBRE TODO EL GIMNASIO Y LA ZONA LIBRE CUANDO SALIAMOS DE CLASE, LA CANTINA CUANDO YA ERAMOS DE SEGUNDO QUE NO NOS DABA TANTA VERGÜENZA ENTRAR, TE SENTIAS EN EL INSTITUTO COMO EN CASA Y POR EL PASILLO DE LA NAVE ERAS EL REY .
MANDO MIS MEJORES RECUERDOS A TODOS LOS DOCENTES Y A LOS EXALUMNOS-AS Y UN ABRAZO A MIS COMPAÑEROS-AS
LAURA PASTOR

ARNEDO 24 Julio 2010

viernes, 18 de junio de 2010

Manoli Galdamez Sola

Hola Mª Jose
Estuve durante cinco años, de 1991-1996

Soy Manoli Galdamez Sola, me parece muy interesante que se puedan recopilar anécdotas y vivencias que pasamos en nuestros buenos años de estudiantes.

 Compañeros:

De Alfaro: Elena Melero, Fátima Martínez, Estela Marqués, Lorena Linacero, Ivan Carracedo, Javier Cepeda, Pilar Linacero, Ascen Heras, Joana Bea, Armando Rubio,

De otras poblaciones:

(Corella) Mónica Astrain, Laura Ardoiz, Ana Guillorme, Sergio Madurga,Eugenio,Susana
(Castejón) Lorena Fernández, Marisa
(Aldeanueva de Ebro) Virginia Garrido
(Milagro o Cadreita) : Silvia Rodriguez
(Rincon de Soto) Sonia Bruna, Feli Lorenzo, Chelo
(Calahorra) Marta Mazo
(Azagra) Ismael......
(Las Casas-Cornago-Cervera) Mª Jose, Ines....

Seguro que hay un monton más pero ahora asi de memoria.....

Profesores que me dieron clase.....

Mª José MArtínez Landa (EducacinoFisica)
Aurora Martinez (Literatura)
Tomás Alcazar (organizacion)
Florencio Alonso (matematica financiera)
Felix Martinez (Fisica y Quimica)
Mª Luz (Ciencias)
Tere Ayuso (de Corella y nos daba practicas)
Dori Fernandez (practicas)
Ramón Cambra (Ingles)
Carmen García (matematicas comerciales)
Estrella (contabilidad)
Irene Garcia (contabilidad)
Roberto Garcia (lengua y literatura)
Pedro Guillorme (Matematicas)
Lourdes Sainz .... (Matematicas)
Carmen San Jose (practicas y mecanografia)

Seguro que habia más pero …….

Anecdotas:

Muchas y muy buenas:
Éramos un curso que nos gustaba hacer muchas actividades (semana cultural con actuaciones en el salon de actos.... desfile de modas.... bailes..... )
Una anecdota de la que aprendi (a masticar chicle) fue en clase de gimnasia, estabamos comiendo chicle y Mª Jose nos vio, (le molestaba, porque podiamos mordernos la lengua) y a una compañera que le pillo, le hizo ponerse el chicle en la nariz durante toda la hora de gimnasia, de ese modo aprendimos todos a masticarlo sin abrir la boca para que no nos viera.

Algún profesor en especial.....

José Antonio (jefe de estudios) entre los compañeros le llamábamos ASIM, porque en la pelicula de Robin Hood ,el co-protagonista de color, se llamaba ASIM y significaba "EL GRANDE" y como era tan gandote Jose Antonio....


Excursiones o actividades

La semana cultural y del deporte que hicimos competiciones de balonmano, atletismo y alguna otra mas.... con Mª Jose en el poli y en los pantanos...
El viaje de estudios de 2º que fuimos a Salamanca, Ciudad Rodrigo y por ahí. Que fue genial ya que era nuestro primer viaje todos juntos y donde alguno dejaba ya de estudiar.
El viaje final de 5º que fuimos a Tenerife y donde aun recordamos muchas de las vivencias que tuvimos todos alli (administrativo, quimica, agraria, electricidad....) GENIAL GENIAL¡¡¡ tenemos videos y fotos de "casi todo"....

Del edificio....

me gusto mucho cuando se unio F.P. y B.U.P. a traves del pasillo central, la cantina es un hito, el gimnasio era un poco cutre pero lo pasabamos muy bien con Mª Jose, la biblioteca tampoco la use demasiado tan solo cuando teniamos examenes de recuperacion y nos metian alli a todos juntos, la capilla (tengo que reconocer que nunca supe donde estaba) y creo que no sabia ni que habia.Nos encanto cuando Mª Luz nos llevo (una sola vez eso sí) al laboratorio y eso de ver todas las probetas y maquinaria rara.... genial¡¡
Las gradas del jardincillo camino a la cantina..... ¡¡¡Que recuerdos¡¡¡¡ los primeros solecitos de primavera, ver pasar a los chicos hacia la cantina.....

Son de los mejores años que yo he vivido, la verdad hice muchos amigos de los que aún conservo bastantes, tambien con los profesores tuve buena relación (con la mayoria) y creo que fue una buena experiencia en su conjunto.

Seguro que tengo muchas mas cosas que contar pero ire enviando conforme me acuerde, creo que para un dia asi de repente ya esta bien ¿no?


Un saludo y para todos mi mas cariñoso recuerdos
Manoli G.

Una idea genial genial genial¡¡¡¡¡

Lo voy a enviar a mis amigas para que manden más información.....







viernes, 11 de junio de 2010

Jesús Miguel Pascual


Lo primero que recuerdo es la emoción de conocer gente nueva, chicos y chicas de otros pueblos de alrededor, algo que para un chico poco viajado era toda una novedad. Allí estaba el primer día, haciendo amistad con gente de Alfaro, de Corella, de Castejón y de otras localidades que para mí eran totalmente desconocidas. Recuerdo con mucho cariño a Beatriz, con apellidos gallegos, Paradiñeiro Somoza, que íba a compartir pupitre conmigo durante varios años. Me tocó en el grupo 1º C y el primero de la lista era Juan Navajas. Al principio me daba algo de miedo, mis compañeros de escuela en Rincón no estaban, Pedro no fue a estudiar, Luis estaba en otra clase, Luis Alberto se había ido a estudiar Formación Profesional.

El recreo era un buen momento. Salíamos a la piscina, menuda bomba, una piscina vacía, que nos servía de divertimento, subir y bajar es todo lo que hacíamos (se dice que años antes era tradición que los alumnos de finalizaban tiraran a Luis Parra a la piscina, eso sí, llena, pero no sé si era verdad o sólo una leyenda). También estaba la cantina, donde comprábamos el bocadillo y donde nos veíamos con otros chicos mayores del pueblo que estudiaban cursos superiores y que los resultaban como héroes a imitar.

Las horas de, la entonces llamada gimnasia, la hacíamos en el pabellón viejo y nos la daba José Mari. Sobre todo jugábamos a fútbol en el campo de tierra que había entre el pabellón y las aulas. Algunas veces nos tocaba dar vueltas corriendo alrededor del Instituto y otras veces estábamos dentro del pabellón, o bien haciendo ejercicios en espalderas, saltando el potro o jugando a balonvolea. Recuerdo que el pabellón estaba partido en dos espacios por una especie de cortina enorme colocada en el centro. Nosotros ocupábamos la mitad y en la otra parte estaban los de Formación Profesional con su profesora, nuestra querida María José Martínez Landa, y comentábamos que menos mal que no nos daba clase, porque les hacía trabajar bastante más que a nosotros, y mantenía a raya a todos, incluso a los de Bachillerato.

Después de comer teníamos dos ocupaciones favoritas. Una era ir a jugar al billar en el casino. Subíamos al primer piso, allí había dos mesas de billar y echábamos alguna partida entre nosotros o con algún parroquiano, recuerdo sobre todo a Modrego. Otros días nos subíamos al edificio donde vivía el señor Miguel, el conserje. En un piso habían habilitado algún espacio con libros y juegos para que los alumnos de fuera tuviéramos un lugar donde estar al mediodía, ya que había clase también por la tarde. Luego, cuando ya éramos veteranos, nos íbamos al bar, al Aster, y allí matábamos el tiempo hasta que empezaran de nuevo las clases.

Los viajes los hacíamos en autobús de una pequeña compañía de Rincón, los Fernández, que hoy ya no existe. Compartíamos autobuses los de Rincón, Aldea y Castejón, y la venida no estaba mal, pero a la vuelta teníamos que llevar primero a los de Castejón, por lo que a Rincón llegábamos muy tarde. Los autobuses aparcaban en La Florida, en una pequeña explanada cercana al Centro de Salud, lugar que gentilmente se le cedió al busto de San Ezequiel.

Estos son algunos de los recuerdos que perduran de aquel primer año, lleno de novedades y emociones, en los que conocí gente estupenda e hice amistades que todavía se mantienen. A otros les perdí la pista pero han dejado un imborrable recuerdo en mi memoria. Desde aquí, si leen estas líneas, un sincero y afectuoso abrazo. Vale.

lunes, 7 de junio de 2010

F.Alonso Segura


Contesto siguiendo el cuestionario punto a punto.


En el instituto estuve siete años y comencé en el curso1960-61.Mis compañeros que recuerdo:
Miranda, San Salvador,Raul Tejada,Joaquín Ausejo,Toño Palacios,Antonio Martinez B.
Marques,Carrascosa,Los Muerza de San Adrian etc,etc,
Me preguntas si recuerdo anécdotas en clase, haciamos burradas a los profesores como Agustín Zapatel y otros;todas travesías de crios.
Tuvimos muchos profesores en los diferentes cursos y en mi recuerdo estan por diferentes motivos Chity, Raul Tejada (padre) Toya (Mª Victoria) Ferrero.
De Fernando Ferrero el especial recuerdo es que me introdujo en las ganas de la lectura.
Del viaje de estudios recuerdo lo que supuso de novedad para nosotros en aquellos años estar en el hotel en habitación con teléfono, para llamarnos entre habitaciones.Y anecdotas muchas.
Recuerdo nuestro campo de practicas y lo entretenido de los talleres de electricidad, carpinteria y mecanica.

RECUERDO LA ANÉCDOTA DEL VIAJE DE ESTUDIOS CUANDO TUVIMOS QUE PARAR EL AUTOBUS EN SAGUNTO PARA QUE MUCHOS DE LOS QUE IBAMOS VIERAMOS POR PRIMERA VEZ EL MAR, CON CASI TODOS EN EDAD DE 15 AÑOS.. LOS TIEMPOS ERAN MUY DIFERENTES A LOS DE HOY
Un saludo a todos F.Alonso Segura

miércoles, 2 de junio de 2010

José Manuel Catalán Alonso


Hola Mª José.

Enhorabuena por tu iniciativa y seguido contesto a tus preguntas.

Exalumno-a: José Manuel Catalán Alonso

1. ¿Dime cuántos años estuviste en el instituto y cúal fue el primero?.

Hice FPII rama química. Cursé cinco años y el primero fue en 1986. Entré en octubre de 1986 y finalicé los estudios en 1991.

2. ¿Puedes decirme el nombre de compañeros de Alfaro y otros tantos de otra ciudad?.

Me acuerdo que el primer año comenzamos 20-25 alumnos y terminamos sólo 5 en 1991. Recuerdo con mucho cariño a Juan Navajas, Ángel Jiménez (que le costaba pasar el test de Cooper, jejeje), Vicente Cordón, los tres de Alfaro y además me acuerdo de Juan Baustista Gárate de Arguedas y Pedro Antonio Lalinde de Cabretón.

3. ¿Recuerdas alguna anécdota en clase tuya o de tus compañeros?.

Son muchas, pero me acuerdo por ejemplo de un profesor de Oviedo (le llamábamos junquera) que nos dió un año clase y marchó. De vez en cuando ahuecaba el culo del sillón para sacar sus ventosidades y se pensaba que no nos dábamos cuenta, que jodido.

4. ¿Podrías decir el nombre de algún profesor-ra que te dió clase?.

Bueno, la verdad es que me acuerdo de todos: Pero por citar a algunos, Antonio Castillo y Pedro Ruiz (ambos ya jubilados), Mª José Martínez que me dió educación física los cinco años, Sebastián Urquía (transmitía una paz interna y externa increible).

5. ¿Puedes recordar algún profesor que te motivó por algo en especial?.

Sí. Por ejemplo:

. Sebastián Urquía porque era increible como podía tener esa serenidad, tranquilidad y espiritualidad las 24 horas al día, los 365 días al año.
. Me acuerdo también de una profesora forastera de matemáticas en 4º, aunque no recuerdo su nombre y que nos daba clases particulares gratis en su casa el día anterior al examen y nunca quería darnos pistas sobre las preguntas.

6. ¿Puedes recordar alguna excursión u otra actividad (teatro, semana cultural,) con tus compañeros y qué vivencias te dejó?.

Sí, por ejemplo:

- La ginkana por Alfaro que hicimos en 4º. Fue una diversión constante durante todo el día.
- El viaje de estudios a las Islas Canarias.

7. ¿Qué recuerdas del edificio?. Campo de prácticas, biblioteca, capilla, cantina, gimnasio....

Me acuerdo mucho de los laboratorios de química, eran antiguos y parecían los típicos laboratorios de la universidad del siglo XIX. La cantina regentada por Pedro Varea, la conserjería con Manolo Ochoa y un montón de cosas más.


Cuídate y un abrazo.

Manolo Catalán

miércoles, 12 de mayo de 2010

Susa Cuartero Lapeña

Estuve cuatro años, desde 1976 a 1977 Quiero recordar a todos mis compañeros pero es difícil, pues ya han pasado algunos años.A los que sigo viendo y relaciono son: Charo Antón , Javier Velaza, Jorge Gallego, Alberto Catalán, Caty Sesma, José A Segura, J.A Tomás, Any, Juani Fernandez, Alfredo Sanchez, Mª Angeles Randez,,Arancha Vallejo, Chus Lacruz, Joaquina Prusen, Javier Sesma, Carmelo, José Del Río, Cepeda, Chemi, Macarena, Viky, Jesús Perez, Vicente Ruiz. De los profesores que nos dieron clase en los diferente cursos recuerdo aunque sin apellidos de algunos a los siguientes: Don Javier que nos impartió clases de biología Doña Pilar Navas que nos dio matemáticas Doña Gertrudis Lafuente también de biología en otro curso Pilar Santamaría en Lengua y Literatura Doña Petra o como le gustaba que le llamaran Petrita que impartía Literatura Iñaki Zurutuza el “duro” de matemáticas Raúl Tejada con el laboratorio y la Química Doña Concepción Diez Taboada cariñosamente llamada “La Chity” de Física y Química Don Antonio Sanz el profesor de dibujo y diseño Don Antonino Burgos que nos daba Geografía e Historia Fernando Ferrero con sus peculiares clases de Lengua y Literatura Mª José Martínez que daba Educación Física a la que llamábamos “Gimnasia” De todos algo queda de dichos y hechos pero me acuerdo especialmente de dos profesores de Biología, tanto Gertrudis como D.Javier, transmitían pasión por la biología y aunque no he seguido por esa línea, siempre los tengo como referentes de buenos profesores. Excursiones seguro que hubo y actividades aunque no recuerdo exactamente cuales, habría. Lo que sí se que hicieron una función de teatro un grupo de un curso menos y me acuerdo que me encanto. No recuerdo el titulo de la obra. En general mi recuerdo del instituto es bueno porque aunque también pasamos malos ratos, allí tenemos los mejores recuerdos de juventud. Recuerdo la cantina como un lugar de reunión, sobre todo con los chicos y las chicas de los pueblos. Campo de prácticas, biblioteca, capilla, cantina, gimnasio.... El gimnasio, creo que entonces estaba algo “flojo”, Recuerdo muy bien los laboratorios y sobre todo la ilusión que nos hacía, o por lo menos a mí, cuando tocaba ir para hacer alguna práctica. No se si esto será suficiente, pero espero que sea de ayuda para lo que quieras hacer. Saludos. Susa

lunes, 10 de mayo de 2010

Mario Martinez Martinez


7 de Mayo de 2010

Mario Martínez Martínez

Recuerdos de Instituto

Para María José Martínez Landa

Aquí te dejo mis recuerdos del Instituto, y voy a procurar ser ante todo sincero.
Decir en primer término que a diferencia de la mayoría de los textos de ex alumnos que voy leyendo, mis memorias del Centro, que por aquel entonces (1962) era un Instituto Laboral, no son demasiado gratas.
Quizá sea debido a que esos estudios, a nivel profesional me sirvieron de poco, al contrario que a otros muchos, a mí no me proporcionaron una continuidad universitaria ni un buen puesto de trabajo (aunque sí me viniese bien a nivel personal, eso seguro). O quizá también fuese la culpa de la escasez de medios económicos que hacía que la compra del material indispensable supusiese en ocasiones un escollo difícil de salvar a pesar de la buena voluntad de mis progenitores.
Todo esto y alguna cosa más, como ser uno del montón, aunque no llegase a repetir ningún curso (hubiese tenido que repetir cuarto, pero abandoné), hace que la experiencia de mi paso por el centro fuese más bien agridulce. De todas formas y aunque lo poco amable la memoria procura olvidarlo, algo siempre queda, sea malo o menos malo.



Estuve en el Instituto Laboral cuatro años (eran, creo, cinco años y Reválida, por aquel entonces). El primero lo hice en la Abadía, acondicionada para Instituto hasta que se construyó el centro de la Florida. Recuerdo, además de las clases de altas techumbres, la gimnasia en su patio, donde también éramos aleccionados con canciones patrióticas, los escalones para subir a las clases y para bajar también a los talleres y laboratorios, y la buena camaradería existente entre los chicos, chavales de diez años llenos de vigor que empezaban a descubrir la vida.
De ese primer año conservo el recuerdo de la trágica muerte de Don José María, Director del Centro por aquél entonces. Era un buen profesor y un trabajador incansable. Su suicidio nos conmocionó a todos. Estaba casado con una mujer de exuberante belleza y él no era precisamente un dechado de ella, las malas lenguas hablaron de una infidelidad matrimonial, pero nunca se supo a ciencia cierta.
Aquél día nos reunieron a todos los cursos en el patio, nos explicaron lo sucedido y nos llevaron al entierro, fue tema de conversación durante meses.
Poco tiempo después, en el curso siguiente bajamos a la Florida, al nuevo Centro que él había promovido para el pueblo de Alfaro.
Allí comencé mi segundo curso. Al ser todo nuevo era un verdadero lujo comparado con la Abadía, los talleres (carpintería, mecánica y electricidad), el laboratorio, eran lugares amplios y luminosos, el terreno de cultivo ubicado en su parte trasera (Campo de prácticas), era enorme y también los edificios que lo circundaban.
La gimnasia, que era impartida al alimón por Don Emilio Bustamante (que también impartía Formación del Espíritu Nacional) y por Don José Luís, se hacía en el campo de deportes de la Florida y consistía en varias tablas de gimnasia y consiguiente partido de fútbol (éste no debía de faltar). Las clases también eran luminosas y acogedoras.



Entre mis compañeros hubo de todo. Chicos como yo que llegábamos a la media con apuros, chicos que sobresalían en todo, otros que lo hacían sólo en algunas cosas y aquellos que eran verdaderas nulidades y pasaban las clases dando guerra y deseando ser expulsados al pasillo.
Sin ubicarlos en el mismo orden anterior, recuerdo a Rafael Casas, Constantino Ovejas,
Carlos Vicente, J. María Cordón, y algunos más, todos alfareños.
Entre los forasteros, a los hermanos Cárcar, a Marrodán, Vicente Fernández, Iñigo (no recuerdo el apellido) y a bastantes más de los que tengo presentes sus rostros pero sus nombres se me escapan.



Una de las cosas que no se me olvidan y que da fe de las ganas de estudiar que algunos de estos forasteros tenían, era la forma en que se trasladaban desde sus lugares de origen (Corella, la Aldea, Rincón) hasta Alfaro. Lo hacían en bicicleta. Fuese invierno o verano cogían su “bici” y la mochila de los libros a la espalda y se presentaban a las puertas del Instituto. En invierno para evitar el frío, se colocaban unas hojas de periódico en el pecho y eso les cortaba en lo posible el gélido cierzo.
Anécdotas positivas propias recuerdo pocas. Hay una que a modo de resumen la dejaré para el final de estos recuerdos. Negativas tampoco recuerdo demasiadas (aunque supongo que tanto de unas como de otras las habría). Dos que me dejaron huella (en lo negativo) estuvieron protagonizadas por el mismo profesor: Don Antonio Sanz, que Dios tenga donde merezca. Este profesor, de genio vivo y en ocasiones violento y que según decían, era muy bueno dibujando, nos tenía a todos amedrentados, al menos a todos aquellos para los que dibujar era un esfuerzo que no se daba demasiado bien. Muy amigo de aquellos que dibujaban bien, pero enemigo acérrimo de los muchos que éramos de la zona media e incluso malos.
A mí en varias ocasiones me rompió los dibujos o me los llenó de rayones (cosa que hacía constantemente con muchos) y una vez, en que producto de los nervios (nervios a los que él inducía a cualquiera), se me cayó un tintero lleno de tinta, me tuvo recogiendo tinta del suelo después de que la clase terminara, todo ello, aderezado con hermosos insultos.
Pero lo que da verdadera idea de su mal carácter fue lo que le hizo a un chico, que era un superclase pero el dibujo no le iba, al que ofreció aprobarle el curso en el que estaba suspendido en dicha asignatura si al siguiente año no aparecía por el Instituto. El chico no volvió más y él cumplió su palabra, lo aprobó (como podéis ver aún tenía alguna cosa buena, cumplía lo que decía).



A lo largo de esos cuatro años fueron muchos los profesores que pasaron por las aulas y me dieron clase, al ya mencionado Antonio Sanz, hay que añadir Don Manuel Izal, profesor de religión, Don Antonio Castillo, Doña Maria Luisa, Don Pedro Fernández, Don Luís Álvarez Dieste, profesor de francés, Don Agustín Zapatel, de física y química, Don Raúl Tejada, de matemáticas, Doña Mª Victoria, también de matemáticas, Don David, de historia y geografía, Don Jesús Palacios, de organografía, Don Fernando Ferreró, de lengua, La “Chiti”, Don Antonino y alguno más que no recuerdo.
Luego estaban los de talleres, Eugenio Casas, de carpintería, Joaquín Ausejo de mecánica, de quien guardo grato recuerdo, y el ya mencionado Don Pedro Fernández que también nos impartía electricidad y que tenía buen talante.
Recuerdo que en las practicas de laboratorio a Zapatel casi siempre le fallaban los experimentos, se le rompían los tubos y las probetas, sin embargo con “Chiti” las cosas iban mucho mejor.


Si hubo una profesora de la que guardo un recuerdo amable, esa es Doña Mª Victoria (familiarmente llamada “La Toya”), porque te animaba (de ella y mía contaré una anécdota al final) y porque era una señora despampanante que te hacía estar pendiente de ella aunque sólo fuese por sus atractivos.
También de los profesores de talleres y de aquellos en que sus clases lo pasaba más o menos bien y estaba a gusto, y todo lo relacionado con Letras, donde podía expansionarme escribiendo, algo, que sin yo saberlo, iba a ser una de mis aficiones futuras.



La verdad es que yo no anduve metido en actividades culturales ni teatrales en aquella época, y en cuanto a excursiones, no digo que no se hicieran, pero no recuerdo ninguna.
Ahora, precisamente ahora, es con el asunto de la poesía y la escritura, cuando más actividades culturales practico, algo que por aquel entonces ninguno de mis condiscípulos imaginaba siquiera de un chico más bien reservado, anodino y un poco torpe, incluso, ¿cómo podían esperar de mí que llegase a escribir poesía?



Del edificio de la Abadía ya he comentado al principio un poco de mis recuerdos y también del nuevo edificio de la Florida. Para nosotros el cambio del uno al otro fue memorable, como pasar del purgatorio al cielo, sobre todo por lo sombrío del primero y lo luminoso del segundo, por el amplio Salón de Actos (hoy reconvertido en cine), el campo de fútbol, la piscina (aunque fuese poco usada) y el campo de prácticas, donde aprendimos de manos del Señor Basilio a usar el tractor, a manejar la azada e incluso a arar. Sobre todo recuerdo la amplitud del edificio en todos sus conceptos.



Bien, dije al principio, que dejaba una anécdota positiva para el final, que resume un poco mi paso por las aulas del Centro y quizá también mi paso por la vida.
Doña Mª Victoria, fue una profesora que todos recordamos, pero además a mí me dejó grabado el recuerdo de dos días especiales.
Todos los días sacaba a un par de alumnos a la pizarra a explicar la lección de la jornada anterior para poner nota. Aquel día, sin esperarlo, pues no había estudiado (las matemáticas no eran mi fuerte, y no lo siguen siendo) me tocó a mí: -“Martínez Martínez, a la pizarra”. Fue un desastre, no me sabía nada. El resultado fue: -“Tiene usted un cero, ándese con ojo porque le volveré a preguntar cualquier día de estos”
Aquello me sonó, no sé porqué, como: -“Voy a volver a preguntarle mañana”. No lo dijo explícitamente, pero yo quise escucharlo así entre líneas.
Así que esa noche empollé matemáticas como un loco. Y al siguiente día: -“Martínez Martínez, a la pizarra”. En esa ocasión, casi sobre aviso por ella misma, le respondí a todo de cabo a rabo. Cuando termino el examen me dijo:- “Martínez, usted va a ser el hombre de los ceros y los “dieces”. Naturalmente, me puso un diez, y aquella nota media me salvo el curso.
Así que hace unos años, en su recuerdo, le dediqué algo para lo que ha resultado que sí tengo una cierta habilidad y que me ha proporcionado algunos “dieces” que promedian con un aprobado alto los ceros con que la vida nos obsequia. Un pequeño poema, un soneto en el que resumo lo que más nos impactaba de ella: su pelo rojo, sus piernas, su belleza. Creo que todos estuvimos un poco “enamorados” de ella. Pero que quede claro, que aunque en los versos no mencione su forma de enseñar, también eso lo recuerdo gratamente.
Con él, cierro estos lejanos recuerdos de mi paso por el Instituto Laboral de Alfaro.



Aquella “Profe” de “Mates”



Desde la bruma gris de la distancia
que envuelve voluptuosa las vivencias,
puedo sentir tu voz y tu fragancia
en un aula de sueños y carencias.

Recuerdo tus cobrizos capilares,
tus formas tan sensuales y modernas,
y el morbo despertando en escolares
el cruce inofensivo de tus piernas.

Tú fuiste, sin querer nunca saberlo,
de aquél profesorado de instituto,
la que mejor captaba nuestra audiencia;

gozando de tu cuerpo, sin tenerlo,
llegaste a ser, platónico absoluto,
nuestro primer amor de adolescencia.



Mario Martínez.

jueves, 6 de mayo de 2010

Raul Tejada Palacios


Soy Raúl Tejada Palacios, nací en Castejón (Navarra) y siento el Instituto de Alfaro como algo propio, ya que en él he vivido todas las facetas por las que puede pasar un profesional de la enseñanza, fui alumno allá por los años 60, después profesor y jefe de estudios, y durante todos estos años le he visto evolucionar, ampliarse, colorearse y avanzar en el aspecto tecnológico.
Puedo hablar de los momentos actuales o bien retroceder en el tiempo y recordar el pasado, creo que me quedaré en este último capítulo y ya habrá ocasión para escribir sobre el presente que entonces será pasado.
La vida estudiantil entonces era alegre, sana, sentíamos muchas ganas de vivir, hacer deporte y también de aprender (no tanto), pero a veces era difícil o muy difícil dependiendo de donde fueras; nosotros, los castejoneros, lo teníamos más fácil que los de La Aldea, que venían en bicicleta, pero más difícil que de los de Alfaro.
Salíamos de Castejón a las 7.25 horas en un tren de los de entonces, con asientos de madera, sin calefacción y en el que algunos días hacíamos un poco de fuego para calentarnos (¡qué peligro!); llegábamos al Instituto a las 7.45 y allí nos esperaba el conserje (Luis Parra), que nos llevaba a un aula en la que toda la calefacción que había era una estufa de petróleo, para hacer un rato de estudio. Frío y mas frío hasta las 8.30, hora en la que salíamos al campo de fútbol La Florida del C.D. Alfaro para poder comer un bocadillo que nos sabía a gloria. A las 9 en punto sonaba el timbre y teníamos que “formar” en las columnas que llevan a la cantina, donde D. Manuel Izal y el profesor de guardia nos hacían rezar unos instantes y a continuación cada uno a su aula, que nuestra energía juvenil caldeaba un poco, para comenzar las clases del día.
Recuerdo, como si fuera hoy mismo, un día en el que se rompió un cristal de la ventana del fondo de mi clase y como mi apellido era el que era… me tocó aguantar durante 4 días todo el frío del exterior (combatido con guantes y pasamontañas…) hasta que de Tudela nos trajeron el dichoso cristal. A veces hay pequeños detalles que jamás se olvidan aunque no tengan, aparentemente, importancia alguna.
Cuando a las 18.25 h. acababan las clases (teníamos clases por las tardes), bajábamos a la estación para coger el tren correo de vuelta a casa, pero había días que traía un retraso de hasta 3 horas y es entonces cuando decidíamos caminar por la banqueta de la vía para llegar a Castejón sobre las 20.00 h, cenar, estudiar un poco, hablar con la familia (no había televisión) y vuelta a empezar al día siguiente a las 7 de la mañana.
La enseñanza que se impartía entonces en Alfaro era la de un Bachiller Laboral, incompleto por la falta de materias de humanidades pero con buena preparación en otras y sobre todo, creo yo, una excelente destreza manual, con los talleres de mecánica, electricidad, carpintería… que personalmente me sirvió para manejarme en la carrera de Químicas.
Guardo un recuerdo cariñoso de los compañeros de clase y en especial, de aquellos con los que en mi vida profesional o deportiva he tenido mayor trato, como Florencio Alonso, Toño Palacios, Fermín Lucas, los hermanos Cárcar ….
A los profesores les recuerdo a todos, Antonio Castillo, Joaquín Ausejo, Antonino Burgos, Antonio Sanz, Eugenio Casas, Pedro Fernández, Concepción Díaz, Emilio Bustamante, D.Manuel Izal, Luis Alvarez Dieste, José Luis Vicente,Jesús Palacios, José Ramón Jiménez, Raúl Tejada, Mª Luisa Martínez, Fernando Ferreró, Basilio Aguirre, Manolo Arpón y de todos ellos me quedo con lo mejor de cada uno y he olvidado lo demás.
A veces vienen a mí cabeza imágenes imborrables, como el famoso tractor, los talleres, los laboratorios, los baños en la piscina y las comidas con los alumnos de la residencia en la cantina, que con tanto esmero y cariño la buena María y su hija Amelia nos servían.
Todos estos recuerdos llenos de emoción se mezclan con los de mi vida actual de profesor y me hacen pensar que me alegro de haber vivido y seguir viviendo en este Centro, que es mi Instituto.
Un abrazo para todos y muchas gracias a Mª José por esta idea.

lunes, 3 de mayo de 2010

Miguel Ángel Ríos Galdamez




Miguel Ángel Ríos Galdamez

Ex - alumno FP II Electricidad

Cursos de escolarización. 
Comencé mis estudios de formación profesional en el año 1990 y terminé en el año 1994, como puedes ver no cuadra en cuatro cursos realizar cinco cursos, pues sí, todo ello gracias a un profesor Fernando Azofra. Yo por entonces procedía de primer curso de BUP, y podía haber pasado a segundo curso de BUP pero no me convencía, por lo que me cambié a FP y con las asignaturas convalidadas de bachiller a FP realicé 1º y 2º de electricidad en el mismo curso.
En el año 1994 emprendí mi marcha universitaria primero por Ingeniería Técnica Eléctrica hasta el año 1997 y desde el año 1998 hasta el 2000 en Ingeniería Industrial.
Tras mi paso por la empresa privada, por la Universidad de la Rioja y los IES de Arnedo y Calahorra en el curso 2008-09 aparezco de nuevo en aquellas aulas donde estudié, pero ahora como docente con gran satisfacción y gozo para mí.
Profesores que te dieron clase en las diferentes asignaturas. 
Aquellos profesores que recuerdo son aquellos que de una forma u otra dejaron una impronta para mí.
Área Practica: Agustín Labarta, Fernando Azofra por lo anteriormente comentado, Toño Marín con los sistemas automáticos. José Ángel me introdujo en el mundo del sonido y la radiofrecuencia, además fue el que aconsejó a mí y a mis padres a continuar estudiando. 
Lengua: Mª José Subirán, Roberto y en 3º curso un profesor que me ayudó a disminuir las numerosas faltas de ortografía de forma totalmente personal.
Física y química: Ana
Dibujo: Alicia
Matemáticas: Pedro Guillorme armado de paciencia con aquellos cazurros.
Educación Física: Mª José Martínez, solamente nos dio clase los cinco años, recuerdo que éramos todo chicos el tiempo que nos dejaba libre después de realizar los circuitos jugaba con nosotros y algún que otro balonazo recibía, algunos accidentales.
Compañeros que recuerdas y ¿por qué?
En clase éramos muchos en 1º y 2º, pocos después de 3º a 5º por lo tanto no son muchas las anécdotas, pero de la que no se me olvida es la de Roberto Almendáriz durante todos los días y todos los cursos se nos dormía a primera hora en clase.
Todavía mantengo el contacto después de 15 años con Miguel Ángel Arévalo, un chico de Igea de estos noblotes, de buena pasta, de estos “de pueblo”, de los que ya no quedan. Íbamos a las fiestas de los respectivos pueblos, luego nos invitamos a las bodas, a los nacimientos de los hijos etc.
Actividades
- Realizamos una excursión a la Muela, el primer parque eólico cuando estaban los aerogeneradores en prueba, aquello que sólo existía en Tarifa en condiciones muy especiales para producir electricidad.
- Visita a una exposición de material eléctrico en Bilbao detrás del estadio de San Mames, con tiempo libre por la tarde para visitar Bilbao.
- Instalación de una emisora de radio aficionado con José Ángel, lo que nos permitía ponernos en contacto con otros radioaficionados de España y Europa, a través de códigos internacionales. Posteriormente me preparé mi propio equipo con su ayuda.
- Una de las experiencias que aún hoy en día recuerdas con algún compañero son los preparativos y organización del viaje de estudios, fiestas en los bares, conciertos, camisetas, lotería, desfiles etc. Con la madurez del paso de los años 18 -19 sabías que había que buscarse la vida para aminorar el coste del viaje, y así fue, el viaje a Tenerife nos salio prácticamente gratis.
Las prácticas en empresa eran voluntarias, educación daba una cantidad de dinero a las empresas, las cuales devolvían a los alumnos con alguna propina, lo que te permitía asegurarte unas buenas vacaciones en Tenerife, con la fuerza de la juventud sana y el dinerito fresco en el bolsillo era la combinación perfecta para pasar 14 días intensos e inolvidables. No parabas ni un minuto de realizar visitas turísticas por la mañana y festivas por la noche.
Recuerdo con Ochoa, Almendariz, Oradre y un servidor alquilando un coche y disfrutando de forma intensa. Todos los días íbamos a un pueblecito de pescadores, donde nos servían estupendos vermuts antes de comer y cenar al atardecer, económicos pues no estaba explotado turisticamente.

De tus experiencias en el centro 
El respeto, el acercamiento y la confianza mutua que existía entre los profesores y los alumnos, el interés de los alumnos por aprender.
La autonomía que adquiría el alumno conforme maduraba y pasaba de curso, todos sabíamos cual era nuestro objetivo, el compañerismo y el trabajo en equipo.
Que recuerdas del edificio
Del centro recuerdo los talleres de electricidad y mecánica que con la aparición de la ESO fueron remodelados.
Un espacio oscuro que existía en hall siempre estaba cerrado, por lo que nunca supimos lo que allí había, con el paso de los años se transformo en una curiosa biblioteca.
El color amarillo crema monótono que cubría todos los pasillos y aulas en las que no se sabía donde finalizaba una y comenzaba el otro, el cual fue sustituido por colores chillones y llamativos.
Los pabellones deportivos donde jugábamos y disfrutábamos como locos, para refrescarnos en la cantina.
Existía un campo de tierra enfrente del gimnasio y con el buen tiempo Mª José nos dejaba salir un ratillo a jugar al fútbol, ahora ha sido sustituido por un elegante jardín.
Los invernaderos de los agrícolas, sustituidos por el pabellón.
Recuerdo también los laboratorios de química donde “el Sebas”, nos dejaba atónitos y con la boca abierta con alguno de sus inventos o sus reacciones químicas.
Conclusión
Aquellos maravillosos años ya no volverán, pero reflexionando y viendo desde el año 2000 hasta 2009 y realizando una comparativa, los chicos de entonces éramos más noblotes, el profesor te tenía que decir las cosas sólo una vez, había respeto a compañeros, profesores etc.
Bueno que parezco al abuelo cebolleta, no sé si es exactamente esto lo que querías,
Espero y deseo que te sirva de algo.

lunes, 26 de abril de 2010

Manolo Lucero Sola


María-José: Te envío el texto completo.

¿Dices tu de Instituto? Lo mío si que fue un buen Instituto.
Recuerdo que me matriculé en el Instituto en el último momento, habíamos hecho la matrícula para cursar Administrativo en Formación Profesional, otro compañero y yo, que pese a haber obtenido el Graduado Escolar, nos atraía mucho eso de las máquinas de escribir. A última hora anulamos la matrícula de F.P. y nos matriculamos en el Instituto para hacer el B.U.P.. Veníamos de "las nacionales", de donde muy pocos estudiantes varones seguían estudiando, de hecho solamente tres fuimos los únicos chicos que comenzamos el Bachiller en Alfaro, chicas sin embargo había más. Era el verano de 1977.
Ya había desaparecido la obligación de llevar la obligación de llevar uniforme en el centro, pero todavía eran muchos los alumnos de los cursos superiores que continuaban llevándolo, seguramente por amortizar la inversión familiar.
Aquel curso, el de 1º, fue muy numeroso, estábamos cuatro clases completas haciendo 1º, eramos fruto del "baby boom".
Fue todo un descubrimiento para mí, un chaval muy de mi barrio, ir a clase con compañeros que venían de otras localidades (Castejón, Corella, Cintruénigo, Rincón de Soto, Aldeanueva de Ebro, Grávalos, Cornago) y también con aquellos que estaban en colegios religiosos (las internas del Colegio Amor Misericordioso y los de los Hermanos Combonianos de Corella).
Todos mis amigos de cuadrilla y de barrio andaban por otros sitios, unos se incorporaban con sus catorce añitos al mundo laboral, otros cursaban F.P., algunos otros se marcharon a estudiar fuera de Alfaro.
La situación me obligó a hacer nuevos amigos con aquellos chicos y chicas con los que compartía clase y recreo.
Nos había fascinado en la presentación del centro el Salón de Actos y sobre todo el Aula de Idiomas, con sus cabinas, sus auriculares y sus casettes (algo desconocido por entonces). Recuerdo que solamente nos llevaron allí una sola vez, lo debían de tener para enseñarlo y poco más.
Aquél pasillo de techo bajo, las puertas de las clases con sus ventanas circulares y las butacas de skay rojo del salón de actos comenzaron a hacerse familiares para todos los novatos.
Nos hicieron comprar un chandall para educación física color azul chillón, de espuma, muy de la época.
Llegamos al Instituto y por entonces creo recordar que el Director era D. Pedro Fernández Andues.
Existía una piscina en el exterior del centro, que jamas vimos con agua. En una de las gradas que rodeaban la piscina alguién pintó con pintura amarilla "Queremos un Director Catedrático, no un Veterinario". No entendíamos entonces qué significaba.
Recuerdo algunos profesores que tuve en primer curso: Julia Navas, Antonio Sanz, Pilar Santamaría, Marícarmen Bozal, Raúl Tejada jr., José-Mª Galdámez, Manuel Izal, Petra y Conchita Fernández.
Raúl Tejada jr. nos dió, de rebote, alguna clase de música, en la que recuerdo nos trajo un casette con canciones de Labordeta que escuchamos en clase. Que valiente para aquel entonces.
Eran los albores de nuestra democracia, la época de las primeras elecciones, y todos llevábamos las carpetas inundadas de pegatinas de los distintos partidos políticos. Quien más, quien menos, ya comenzaba a tomar posiciones en temas políticos.
Un día a la semana se celebraba misa en la capilla a la hora del recreo, si bien eran muy pocos los que acudían.
El curso se iniciaba habitualmente con la celebración de una misa en la Iglesia del Burgo, a la que asistiamos la mayoría de los alumnos. Recuerdo haber sido monaguillo, junto con Carmelo Martínez Escudero, en una de aquellas celebraciones.
Cuando comenzó el curso siguiente, año 1978, el Instituto celebró su 25 aniversario y para aquel evento se celebró incluso una capea de vaquillas en la finca de La Laguna para profesores y alumnos. Recuerdo haber acudido a una charla en el Salón de Actos impartida por Don Alvaro D'Ors, hijo de Don Eugenio D'Ors, prestigioso catedrático universitario. Nos regalaron una pegatina circular conmemorativa del aniversario.
En segundo curso tuve como profesores a María-Luisa Martínez y a Raúl Tejada padre, dos verdaderas instituciones en el Instituto, y también a algunos profesores a los que por entonces se les llamaba "penenes" (profesores no numerarios). Tuvimos el primer contacto con el latín, donde los alumnos de combonianos tenían ventaja, pues sus tutores religiosos dominaban dicha lengua.
Toda una institución lo eran también las mujeres de la limpieza del centro: la Margarita, la María-Luisa, siempre simpáticas, aparecían a última hora de clase para comenzar a limpiar las aulas, animándonos a seguir estudiando para que no termináramos como ellas, con el escobón en la mano.
Sobre la mesa del profesor estaba la hoja o parte de incidencias, que se iba completando diariamente y servía para control del alumnado. Aparecer en ella era altamente peligroso por las consecuencias familiares posteriores. Algún alumno llegaba incluso a hacerla desaparecer a última hora de la tarde, para asombro de propios y extraños.
Aquel curso nos impartió dibujo técnico Fernando Martínez Balmaseda, ingeniero agrónomo alfareño, que nos enseñó todas las perspectivas posibles.
Como notas tristes recuerdo el día en que el hijo de la profesora María-Luisa Martínez, Javier, sufrió una crisis en el Centro, tras la que falleció. Fue muy triste para todos. En otra ocasión fue la madre de una compañera la que falleció y nos fuimos todos al funeral a Fuentestrún (Soria) en autobus.
En el verano de segundo de B.U.P. participé en el intercambio con alumnos franceses que realizaba el instituto. Fuimos a Brantôme (Dordogne), lo pasamos genial. Estuvimos unos quince días por allí. La profesora de español de los franceses se llamaba Madame Thomas. Aquel año, 1979, se celebraba en Brantôme, una fiesta especial "La felibrée". Posteriormente fueron los franceses los que vinieron a España. He vuelto en varias ocasiones a ese pueblecito y me ha parecido un lugar ideal. Salimos de España y descubrimos una sociedad más rica, más liberal, tan distinta de nuestro pueblo, que nos fascinó a todos, excepto en la comida, donde desgraciadamente les sacábamos mucha diferencia. Por parte de nuestro Instituto el responsable del intercambio era D. Antonino Burgos, quien hacia de cicerone en las diversas excursiones que realizamos durante la estancia de nuestros "correspondientes" por España. Les llevabamos a La Plana y al Cementerio de Alfaro e hicimos una excursión a Burgos, Covarrubias y la Cartuja de Miraflores, en la que nos lo pasamos bomba.
Otros profesores que tuve fueron Cecilio Calatayud y Alfonso Urrea, de religión.
Cuando cursaba segundo recuerdo que en religión andaba continuamente cuestionando todo lo que Cecilio nos decía en clase, hasta que un día me cogió por banda y me dijo: estás aprobado, hazme el favor y no vengas más por clase, que me la revientas todos los días.
Teníamos por entonces una profesora de lengua que venía de Zaragoza, Pilar Bescós, una señora de mediana edad, con un acento especial y una bonita melena negra.
Raúl Tejada jr. nos convenció a un grupo de alumnos para que fuesemos los sábados por la mañana a los laboratorios de química y disfrutáramos de aprender ciencia de forma voluntaria, nos hizo sentirnos jóvenes científicos. Todavía recuerdo algún susto que nos dió la centrifugadora manual cuando soltaba los tubos de ensayo a una velocidad de vértigo. Consiguió que viéramos la química con otros ojos.
Como nota extraescolar, la de discotecas que se organizaban por todos los pueblos de la comarca con ocasión de los viajes de estudios de los de tercero, teníamos incluso servicio de autobuses para ir y volver.
Tercero de B.U.P. fue un curso que me encantó, tanto que decidí hacerlo dos veces.
En la primera ocasión el entonces equipo director del Centro acordó segregar los chicos de las chicas y nos metió a treinta batusis en una clase en la que las profesoras terminaron por tener más que respeto a entrar. Se celebraban partidos de pelota dentro del aula entre clase y clase y a alguno que otro nos sirvió para descentrarnos de los estudios más de lo debido.
Teníamos una profesora de francés que era de Logroño, creo recordar que se llamaba Marimar o María-José, y que nos descubrió la música de la nueva troba cubana. Y el profesor de filosofía era un señor menudo llamado Don Melchor, que a mí me recordaba al Manuel de Falla de los billetes de cien pesetas.
El viaje de estudios lo hicimos a Palma de Mallorca, acompañándonos como profesor Alberto Palacios, maravilloso profesor de historia, que compartía piso con Fernando Ferreró. Visitamos toda la isla y recuerdo que Alberto cantaba la canción de "se equivocó la paloma", que a nosotros nos parecía tan antigua como las glaciaciones.
La dirección del centro rectificó y al curso siguiente volvió a mezclar a chicos y chicas en tercero.
Ese curso nos lanzamos a hacer teatro de la mano de Manuel Cojo. Representamos la obra "Los árboles mueren de pie" de Alejandro Casona. Yo interpreté el papel de un padre anciano, el Sr. Balboa. Ensayábamos en los recreos y al final hicimos varias representaciones por Alfaro, Corella y Aldeanueva de Ebro. Todo un éxito de crítica y público.
Durante un tiempo se confeccionaba una revista en el centro, en la que recuerdo participé con un artítulo a favor de la Ley del divorcio, que se aprobaría en el año 1981. Algunos de los que participamos en la revista creímos ver manos siniestras tras los suspensos cosechados en alguna asignatura.
Fiel reflejo de la sociedad española de aquellos años, el Instituto era una contínua protesta, numerosas huelgas por múltiples motivos, algunos ajenos o de lo más peregrinos. En una ocasión protestamos por una pared que habían comenzado a construir en el hall del centro para separar bachillerato de formación profesional. Conseguimos que se paralizara la obra y el muro quedase en murete, al que posteriormente colocaron una madera en la parte superior para uso y disfrute de todos.
Recuerdo los trabajos de dibujo técnico con tinta china y como los carísimos "rotrings" estuvieron inicialmente prohibidos.
Pedro Fernández, como profesor de dibujo, nos hizo dibujar una estufa de gas butano de todas las perspectivas posibles.
Por aquellos años la cantina la regentaban un par de señoras de Corella, y los bocadillos de tortilla eran todo un manjar.
Liño Uruñuela nos hizo disfrutar con la filosofia. Iñaki nos hizo sufrir con las matemáticas, pero era un tío tan majo que amenizaba los ratos con su guitarra y nos invitaba a café en su casa, que se lo perdonamos. Le recuerdo cantando la canción "que se mueran los feos". Eran profesores jóvenes que vinieron a dar otro aire al Instituto que habíamos conocido años atrás.
Tuvimos un profesor de química que era canario, con un andar peculiar, al que llamábamos "el engaña baldosas" pues ponía el pie donde menos lo esperabas.
Por aquellos años preparamos un equipo de baloncesto en el centro, al que entrenaba el fallecido Carrascosa, y durante uno de los entrenamientos, en febrero de 1981, nos enteramos del intento del golpe de estado de Tejero. Solíamos enfrentarnos al equipo de baloncesto de la Escuela de Conservería Vegetal a la que comunmente llamábamos "la colomina", que era el nombre de la empresa que había construido su escuela.
Recuerdo que la profesora Chiti expuso en la sala de Crepúsculo Club su amplia y bonita colección de botijos.
En los exámenes algunos profesores nos dejaban incluso fumar en clase, esta claro que corrían otros tiempos.
Posteriormente conocí a Antonio García, profesor de lengua y literatura, maravilloso profesor y persona.
Ciertamente fueron unos años maravillosos, donde hicimos multitud de buenos amigos, que seguimos conservando en la actualidad y con los que seguimos compartiendo aquellos años en común.

Manuel Lucero Sola.

José Antonio Navajas Lestau










A LA ATENCION DE Mª JOSE MARTINEZ LANDA.


VIVENCIAS EN EL “GONZALO DE BERCEO” DE ALFARO.



Como te he comentado, sobre mis vivencias en el Instituto Laboral “Gonzalo de Berceo”, solo curse (valga la redundancia) un solo curso, TERCERO, debido a circunstancias, por las cuales la vida, sin querer te va llevando. Pero aun así guardo muy buenos recuerdos de esos inolvidables días de instituto.
Tuve un cuadro de profesores, yo creo que de “ELITE”, y digo elite, pues fueron personas, que verdaderamente su pasión fue, que nosotros aun críos, pero que nos considerábamos no ya jóvenes, sino hombres, saliésemos lo mejor preparados posible, para enfrentarnos a la vida. Unos directamente, sin la suerte de cursar estudios universitarios, y otros sentando la base para sus peritajes o carreras universitarias.

Recuerdo a D. José María Diaz, profesor de lengua y director del Instituto, amable y cariñoso, no llegue a conocerle muy bien, pues la fatalidad quiso que ese curso nos dejase para siempre.
A D. Antonino Burgos, profesor de Historia, que me brindo la única matricula de honor, que me han concedido en mi vida. Su forma de estudio fue verdaderamente novedosa para mi, ya que cada cuatro o cinco lecciones, nos hacia examen, y no había otra forma que estudiarlas, si querías llevar bien la asignatura.
D.Antonio Garcia Orús. De Física y Química. Para mí, buen maestro, valga Dios. Y real tambien esta anécdota. Normal para las letras, pero duro de roer para los números, en uno de los exámenes de Química (formulación), me merecí un CERO, y así fue, pero en la clase que siguió a dicho examen, recuerdo, me saco a la pizarra, y cuando volví a sentarme, sabia al dedillo sumar y restar valencias, o sea formular de primera. Acabe el curso con notable alto, o, sobresaliente, a pesar de ese cero. Muchos años más tarde , me lo encontré en Logroño, el no me conocío, pero al decirle mi nombre y de Alfaro, nos abrazamos, y yo creo que a ambos se nos saltaron las lágrimas, tal vez recordando esos ya lejanos, pero felices años.
D. Emilio Bustamante, profesor de Formación Nacional. Hombre bonachón, que nos implanto valores , que hoy en día, tal vez haría falta, que nuestras generaciones jóvenes conocieran y tal vez valoraran.
D. Jesús Palacios. Profesor de Organografía, amable y cariñoso, pero que nos hizo aprender de memoria las clasificación de las plantas, aun hoy recuerdo en parte, y que bien me viene para mi hobby (fotografía de la naturaleza).
D. Luis Alvarez Dieste, buen profesor de francés. Aun lo veo alguna vez por Fitero.
D.Pedro Fernandez Andues. D.Eugenio Casas y D. Joaquín Ausejo. Profesores de Tecnología (Electricidad, carpintería y mecánica, respectivamente).Que bien creo, que a todos, nos han venido en la vida cotidiana, sus enseñanzas
D- Antonio Castillo de Agricultura, y d. Basilio Aguirre, hecho de la paciencia del santo Job, enseñándonos a todos a conducir, en aquel famoso tractor Deuz.
D.Agustín Zapatel. Buen hombre, creo que nos daba algo relacionado con Agricultura. Anécdota que aun recuerdo. En el periódico o mural que se editaba y lo colocábamos en la pared de entrada a las aulas. Se veía a D. Agustín en clase , medio mirando a la calle a través del balcón. Por la acera de enfrente, una rubia, guapa y vistosa moza, de abrigo verde. El la señalaba, con el puntero y dirigiéndose a nosotros, nos decía “ ESO SEÑORES, ES UN CONJUNTO ORDENADO DE MOLECULAS”
D- Raul Tejada. Buen profesor de esas para mí, duras Matemáticas.
D. Antonio Sanz Gallego. Duro, pero efectivo profesor de Dibujo.
D. Manuel Izal. Sacerdote, profesor de Religión.
D. Enrique Juez. Médico, hombre coloquial y amable, no recuerdo en este momento que asignatura impartía, pero recuerdo, nos contaba unas anécdotas, interesantísimas.
Creo que este fue mi cuadro de profesores, en mi corta vida en el Instituto laboral “Gonzalo de Berceo” de Alfaro.

En secretaría, recuerdo a Manolo Arpón, buen amigo de mi hermano Manolo, y a Luis Parra y al Sr. Eliodoro, mandándonos silencio por esos largos y oscuros pasillo de la Abadía, y encendiéndonos las estufas de leña en las aulas, única calefacción de aquellos tiempos.

Fue memorable, nuestros viaje de fin de curso, a Tudela (Navarra).Profesores acompañantes, D. Antonio Burgos y D. Jesús Palacios. Fuimos en tren, por la mañana visitamos la catedral, comimos en una taberna, el bocadillo que nuestras madres nos habían preparado, aun hoy siempre que paso por ese lugar, lo recuerdo.
Por la tarde, visita a la parada, anécdota tambíen de no olvidar, pues cuando sacaban los caballos al patio para que los pudiésemos contemplar y D. Jesús, darnos las consiguiente explicaciones sobre los equinos. El susodicho patio, era donde cubrían. Excitados ellos, menudo espectáculo nos brindaron. Cosa de críos, pero tuvimos tema para reírnos, durante unos días.

Compañeros de curso, unos cuantos de Alfaro, Corella, Aldeanueva, y Fitero.
De Alfaro, José Ramón Nevot.
Carlos Jimenez.
José Miguel Palacios.
José del Barrio.
De Corella, Ignacio (el Mangoli), el Negrillo, y Jesús Jimenez Ruiz, o, Ruiz Jimenez. (el Macharo).
De Aldeanueva de Ebro, Salvador Cascán.
De Fitero, Tomás Maza
.
El Instituto, aun estaba ubicado en la Abadía. Amplias escaleras, comunicaban la planta baja, donde estaban ubicados los talleres, con la primera donde estaban, aulas, oficinas y sala de profesores. Recuerdo unos largos y oscuros pasillos, pero las aulas, bien iluminadas. El campo de prácticas, recuerdo estaba ubicado en parte de lo que hoy es Instituto. Gimnasio, el patio de la abadía y creo que aun no se contaba con cantina, biblioteca, capilla ni sala de actos. Todos los tiempos de empiece son duros, y más, aquellos años sesenta.

Y estos son mis ya lejanos, pero reales y muy concretos recuerdos de ese año de Instituto, en el “Gonzalo de Berceo” de Alfaro.

Un recuerdo para todos aquellos que hicieron posible para Alfaro, este centro de estudios, porque son muchas ya, las generaciones que gracias a ellos, nos hemos labrado un porvenir más provechoso que seguro sin el, no hubiésemos tenido.

“GRACIAS “


Firmado José Antonio Navajas Lestau.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Mº José Martinez Landa


Carta de Mª José:
En el curso 1970-1971 tuve mi primer destino en el instituto de Calahorra, compartiendo el trabajo con el colegio de las Teresianas en la misma ciudad. En el siguiente curso 1971-1972 me trasladé al instituto de Alfaro, a una plaza que quedó vacante al casarse la profesora de Educación Física Matilde Romanos.
Encontré un instituto en el que las chicas acababan de instalarse en las aulas donde los chicos ya hacía años estaban ubicados.
Aun así ellas entraban por distintas puertas y con los uniformes de faldas grises y jerséis granates, las encontré muy rebeldes porque querían cambiar las faldas por pantalones, por frío principalmente ,no por igualarse a los chicos.
El director del centro era D. Jesús Palacios Remondo y en el claustro había más número de profesores que de profesoras. En aquel curso también se incorporaron Conchita Fernández y Mª. Pilar Novales. Los profesores entonces estaban jerarquizados en catedráticos, numerarios, no numerario y los demás…..habilitados, y cada uno tenía sus competencias muy definidas: los catedráticos podían ser los únicos elegidos para directores y en este instituto había 5 elegibles, entre ellos Dª. Concepción Diez Taboada (CHITY) que luchaba en aquellas circunstancias por la abolición de la falda en invierno, entrada por la misma puerta y otros asuntos más trascendentales que estarán reflejados en las actas de los interminables claustros, iniciados con unas oraciones por parte de D.Manuel el sacerdote que invocando a la patrona del pueblo daba por iniciados las sesiones en las que algunos profesores teníamos voz pero no voto, con lo cual como no votábamos tampoco hablábamos, situación que se acabó al curso siguiente.
Recuerdo a las alumnas tratándonos de usted (yo tenía 23 años y con minifalda) y para hacer gimnasia (que así se llamaba entonces) venían con pololos y blusitas, e inmediatamente compraron con gran regocijo unos chándales azules preciosos que estrenaron en el patio de la Abadía y en un establo que se acondicionó para gimnasio (hoy están los aparejos del jardinero). Por supuesto los chicos tenían aparte sus clases, que impartía un profesor llamado Jesús Álvarez, de Calahorra.
Así pasaron los cursos con nuevos profesores–as que venían avalados por el director y en algunas circunstancias por la delegación de educación. Hubo tiempos muy duros para los profesores no numerarios, con largas huelgas para conseguir unas oposiciones que no se convocaban hacía años. Se cambió el sistema de bachillerato, de 6 a 3 cursos, y venían los alumnos con 14 años. Más tarde, en el curso 73-74, empezaron a impartirse como sección las enseñanzas profesionales en la rama de delineación.
Después estas enseñanzas se consolidaron y la sección se independizó como instituto profesional con el nombre de EMPERADOR ALFONSO VII donde se impartían las enseñanzas de administrativo, análisis químicos, agraria, además de la electricidad, todas ellas en los dos grados de profesional que entonces existían y que han vuelto a llamarse así. Todos estos estudios vinieron a completar las exigencias que la zona tenía de profesionales bien preparados para competir en unos tiempos nuevos para la incipiente industria y comercio. Todo esto trajo muchos alumnos de la zona de la Ribera y también aumentó el número de profesores, dando al mundo estudiantil otra visión diferente de la que se tenía hasta entonces.
Poco a poco se fueron legislando programaciones, contenidos, objetivos a alcanzar y haciéndose normales los sueldos, horarios y los nombramientos del profesorado.
Personalmente la titulación de los estudios de E.F. se regularizó y adquirió la misma categoría que las demás asignaturas. Después de licenciarme oposité a la plaza de profesional, que fueron las primeras que se convocaron aquel año, y una vez aprobadas pude elegir por nota no moverme del instituto, aunque después de 16 años en bachillerato no hice más que cambiar de pasillos. Los alumnos de profesional me dieron otra visión de la enseñanza y me hicieron sentir muy satisfecha a pesar de que me llenaron el horario con TODO el alumnado y con todos los grados.
Desde el curso 86-87 hasta el inicio de la educación secundaria E.S.O., que es cuando otra vez se cambia de sistema y nos unifican, mi vida profesional vuelve como en mis inicios y acabo en él.
Tantos cursos en el centro, con tantos compañeros, con tantos alumnos, con tantas familias que han confiado sus hijos en mi quehacer, con tanto respeto con el que se me ha tratado, por parte de todos, me hace retirarme agradeciendo a la comunidad educativa este comportamiento, y ahuyentando el recelo que en mi primer impulso de dar clase en mi ciudad tenía por aquello de que '' nadie es profeta en su tierra". No quiero dejar pasar el momento para pedir disculpas por algún comportamiento que haya sido incorrecto en tantos años y en tantas circunstancias mías.
Animo al alumnado a contar situaciones y anécdotas agradables de
los diferentes cursos, compañeros y demás………. para ayudarme a recordar.
GRACIAS POR TODO Y A TODOS-AS UN ABRAZO
Mª José Martínez Landa

Raul Tejada Herrero



Queridos profesores, ex-profesores y antiguos alumnos:
Debido a que estoy viviendo actualmente en Pozuelo de Alarcón y a que tengo una edad avanzada (89 años) me es imposible acudir al acto de celebración del 50 aniversario de la Fundación del Instituto, pero no quiero dejar pasar la ocasión sin recordar a quienes compartieron conmigo la docencia y a los alumnos que asistieron en ese tiempo. Para todos ellos vaya mi recuerdo entrañable y mi pesar por no poder acompañarlos en una fecha tan especial.
Pasé 21 años de mi vida dando clases en ese Instituto con alegría y, todavía me encuentro con ex alumnos que me recuerdan y me quieren y alguno de ellos me dice: ¡qué tiempos los del teorema de Ruffinni! Por tantos recuerdos que se agolpan en mi mente os deseo a todos vosotros, la dirección actual y los alumnos, ex alumnos y compañeros docentes de mi época, que sepáis excusar mi ausencia y disfrutar de un día tan señalado.
Un fuerte abrazo
Raúl Tejada Herrero

Ana Baldero


Soy una ex-alumna del Instituto al que de alguna manera todavía me siento vinculada a él, a través de los amigos y compañeros que allí tuve, así como a través de algunos familiares que pertenecen a la comunidad educativa a diferentes niveles (como alumnos y/o profesores).
En primer lugar un cariñoso saludo a todos los que en este momento formais parte de la comunidad escolar y sobre todo mis FELICITACIONES por la larguísima trayectoria educativa que el centro lleva. No sabía de su historia, ¡¡¡toda una vida!!!!!; en 50 años han pasado muchas personas que allí vivieron una etapa importantísima de su vida, la "adolescencia".
Consultando los documentos oficiales (Libro de escolaridad, certificados de Bachiller) y los no oficiales, que todavía guardo, y que acreditan mi paso por allí, puedo comprobar que estuve desde el año 1970 que empecé primer curso de Bachillerato Elemental hasta 1977 que acabé C.O.U. y me trasladé a Barcelona, a la Universidad Autónoma.
Aunque el salto y la distancia fue grande, siempre han estado conmigo los entrañables recuerdos de mi paso por el Instituto, donde hice buenos amigos, viví experiencias significativas en mi vida y donde tuve la suerte de disfrutar de algunas asignaturas y algunos profesores. Ellos me estimularon para seguir estudiando, a ellos les debo una parte importante de mi ilusión por el estudio, las ganas de aprender, de abrir puertas y el interés por el conocimiento. ¡Gracias a todos ellos!
Quiero enviar un especial recuerdo y saludo a D. Fernando, Mª José, Pilar, Julia, D. Narciso, Conch¡ta ("Chiti" en sentido cariñoso), D. Antonino, Mª Luisa, Gloria y Ayensa "el otro profesor de filosofía" que tuve. Cada uno de ellos me aportó, además de conocimientos, elementos importantes a nivel personal que me permitieron reflexionar y descubrir cosas interesantes. Una vez más, ¡gracias a todos ellos!
Seguro que me olvido de alguno y les pido disculpas por ello
Al Equipo de Docentes que estáis ahora, animaros para seguir adelante en vuestra difícil tarea; trabajar con jóvenes y adolescentes no es fácil, pero sí enriquecedor. Ellos tienen un gran, potencial que ponen en vuestras manos. Energía, ganas de vivir, ilusiones, fantasías, grandes ideas, emociones........ A ellos les podéis escuchar para seguir mejorando en vuestra actividad laboral, saber de sus necesidades, hábitos, intereses e inquietudes; recoged sus aportaciones, estoy segura que serán de utilidad
Como sabéis, la parte humana en la formación también es importante, pues en definitiva ¿cual es el objetivo de la cultura?.
Probablemente a partir de ellos podais amplias, ideas sobre ese objetivo plasmado en vuestra página Web, en el apartado "Contexto Cultural"; donde planteais una iniciativa interesante: conectar el Centro con el exterior, que la población participe más de actividades culturales y que haya mas coherencia entre nivel económico de la pablación y su formación. Charlas, debates, cine -fórum, talleres de música, deportes , revista propia ....
Siento no poder compartir con vosotros las actividades programas para el 15 de noviembre; pero estaré al tanto de vuestras propuestas. ¡Que disfrutéis de ellas!
Un saludo cordial y feliz 50 aniversario
TAMBIÉN UN CARIÑOSO SALUDO A LOS COMPAÑEROS QUE COMPARTIERON CONMIGO LAS AULAS, EL GIMNASIO, LAS COMPETICIONES DE ATLETISMO EN LOGROÑO, los nervios, de los exámenes, la alegría por los aprobados, las desilusiones, el miedo a salir a la pizarra y no saberte la lección, las conversaciones en la hora del recreo, los enamoramientos, los paseos por la Florida. Los encuentros en los pasillos, las entradas y las salidas de clase, los apuntes, conocimientos, ideas y reflexiones-, también nos tocó vivir acontecimientos históricos de gran relevancia en la historia del país. Vosotros también formais parte de mi propia Historia.
¡Un beso fuerte para todos!

Angel Garcia Galdamez


Mª José Martínez Landa, me envía una carta (Abril 2009)
para que le aporte mis vivencias del Instituto y así poder hacer
un “sencillo resumen de los acontecimientos principales ocurridos en el Centro...”.

1. Para mí, hablar del Instituto es hablar de mi calle, la calle donde nací, la Calle Las Pozas, luego llamada del General Gª Escámez, porque antes más, las calles estaban sembradas de generales.
También, y esto es a lo que vamos, es recordar un edificio de piedra, grande, vetusto, con unas grandes escaleras, grandes balcones y grandes techos, un pasillo central y muchas salas a la derecha y a la izquierda. Y fuera, en su fachada posterior, dando a la Placeta de San Francisco, un patio suficiente como para hacer gimnasia sueca un centenar de chavales al compás del profesor don Emilio Bustamante... en alpargatas, bombacho corto y azul, y una camiseta de tirantes blanca. En aquellos tiempos, sólo hace 50 años, no se habían inventado los atuendos modernos, zapatillas deportivas y chandal.
En ese patio de tierra, que se encementó después para que bailara la gente durante las Fiestas de agosto - el famoso Baile de La Abadía -, aprendimos las canciones propias del llamado Espíritu Nacional... “Yo tenía un camarada”, “Montañas Nevadas” ... y se acababa siempre brazo en alto cantando “El cara al sol”. Algunos días, en el mismo patio, había ración doble de marchas patrióticas y se cantaban todas las que se habían aprendido, ¡a palo seco! sin ayuda de instrumentos musicales.
Todo era muy divertido, casi una juerga que don Emilio consentía con mucha parsimonia; era nuestro profesor de gymnasia y de las benditas doctrinas del Espíritu Nacional, adornadas con himnos patrióticos... luego, le nombraron Alcalde de Alfaro.
Un hombre que destacaba por sus extremada delgadez y altura, ... circunstancias que los alumnos aprovecharon – de manera cruel – para apodarle “el caña hueca”; casado y con dos hijas, todas de buen ver; don Emilio era paciente y afable, y fue destinado a Logroño con su familia... y le perdimos la pista.

2. Volviendo al gran edificio, se llamaba Palacio de La Abadía
porque había sido convento con abad hace unos cientos de años. Luego, ya en el siglo XX, se alojaron las Escuelas Nacionales “las del Palacio”, y después, tengo oído, sirvió de residencia a los soldados de la guerra española.
Después, por los años 50, quizás en el 1953, se acondicionó para servir de Centro de Enseñanza, el llamado Instituto Laboral “Gonzalo de Berceo”, donde se instalaron las aulas – sólo para chicos, detalle a tener en cuenta –, los talleres y diversas dependencias, y así permaneció los primeros cursos hasta que se construyó el Nuevo Instituto en los terrenos de las huertas de La Florida. A unos 150 metros, por el año 1963.
Ahora, desde hace 10 años, acoge las Oficinas Municipales del Muy Ilustre Ayuntamiento de Alfaro.
Mayor ambivalencia y usos no cabe, y aún habrá tenido más historias porque es un edificio neoclásico magnífico del gran arquitecto Juan de Villanueva... con capacidad y elasticidad suficientes para alojar nuevas instituciones y múltiples utilizaciones al público.
El Palacio de la Abadía lo aguanta todo y, además, goza de un enclave excepcional, en el puro Centro Histórico de la Ciudad de Alfaro...

3. En este edificio, transformado en Instituto Laboral, pasé cinco años imborrables estudiando el Bachiller Grado Medio. Conservo muchos recuerdos de todo tipo, alegres y menos, profesores, compañeros, andanzas y aprendizajes, donde muchos nos topamos con las primeras vivencias, incluso amorosas – platónicas todas – y, como en mi caso, los primeros amigos, algunos para toda la vida.
Yo, tuve la gran suerte de encontrar a un chaval venido de Soria, estudiante muy aplicado y de buena cabeza, llamado Camilo Valdecantos, el mejor amigo del mundo, con el que mantengo y mantenemos una relación entrañable y, desde hace casi 20 años, le envío a Madrid escritos de los sucesos y acontecimientos de Alfaro, La Rioja, España y el mundo; lo que se me ocurre a vuela pluma porque me gusta escribir.
Así pues, redacto la sección “Hola Camilo” de la “Crónica de Alfaro”, le doy unas parrafadas mensuales de la actualidad y me quedo tan ancho, como si todavía estuviéramos de parranda en el antiguo Instituto Laboral.

4. Quiero aclarar que este escrito es un pequeño avance de lo
que puede ser, con el tiempo, un trabajo más completo y mejor documentado... el tema lo merece y el tiempo, si Dios quiere, nos irá diciendo.
Podía ser la historia más bonita del mundo, la historia de los chavales que, como yo, sufrieron y gozaron aquel tiempo pasado, tiempo dichoso de niños que dejaban de serlo y se abrían al nuevo e inquietante mundo de la pubertad, chavales entre 10 y 15 años... LA HISTORIA DEL INSTITUTO DE ALFARO JAMÁS CONTADA... de la que forzosamente nacen entre los alumnos de las primeras promociones, exclamaciones como la tan oída: ¡Dios mío, cómo y qué rápido se ha pasado el tiempo!

5. Recuerdo con pena a Don José María Díaz González... que fue el primer Director del Centro... persona muy respetada, culta y entusiasta con la labor de resolver y dar vida a la nueva Institución del Instituto que iniciaba sus primeros pasos y que serviría poco después para que muchos alfareños, y muchos chicos de la comarca, pudieran incorporarse al mundo de la cultura, de los oficios y de las profesiones de Grado Medio y Superior, y, por supuesto, también al mundo de la Universidades, cosa entonces impensable por la cerrada y oscura mentalidad de nuestras gentes.
Con toda seguridad fue un hombre providencial porque tuvo la fortaleza de pechar con una tarea tan ardua en un pueblo tan pueblo como Alfaro... Los comentarios de las gentes eran tan negativos y hostiles como: “pa´qué vas a llevar al crío al Instituto si no les enseñan más que hacer el vago”, o aquello de: “eso va ser una escuela de vagos”... y piropos parecidos envenenados de ignoracia ...
Pues bien, no se limitó a poner en marcha el Centro del Instituto en La Abadía, sino que, además, promovió con todas sus fuerzas el Nuevo Instituto de La Florida Gonzalo de Berceo, ... y en ello se pasaba don José María, los días y las noches mostrando con orgullo y entusiasmo la maqueta del que sería su soñado Edificio, ... premio Nacional de Arquitectura por aquellos años, de los eminentes arquitectos madrileños Corrales y Molezún...
Las primeras promociones no pudimos ver más que la gran maqueta del Edificio que ocupaba un sala entera, y al Director don José María, ilusionado, dando mil explicaciones de aquello que parecía un “aeroplano”, así la llamaron todos los que la vieron... y a los pocos años, unos diez, con la aparición de la constructora Marín y Soldevilla S.A., se levantó el fenomenal Instituto Laboral de Alfaro.
Como a veces ocurre, el capitán del barco no llegó a ver el puerto soñado... y aquí, en nuestro caso, nuestro educado Director y ameno profesor de Literatura, tampoco llegó a ver su anhelado edificio porque... se quitó de en medio en una calurosa tarde de verano... con su propia pistola nos dijeron.
Estaba casado con una señora de buena planta, y creo que tuvieron dos hijas ... pero el pobre señor tenía un físico muy desgraciado, era bajito y de abultada joroba, aunque hacía una vida normal y se relacionaba con sus colegas admirablemente. Persona con mucho encanto, de trato afable con los alumnos, se le veía pasear por la ciudad con total naturalidad, recorriendo despacio las calles, Plazas, ... y acudiendo diariamente al Casino, yendo al Cine que le gustaba mucho... y conversando con sus amigos y las gentes del pueblo...
Entonces, cuando la tragedia, se corrieron rumores de todo tipo sobre su triste muerte... si su mermada condición física, si un arrebato de locura... y me pregunto ¿por qué no cabe pensar que se hastiara de tanto aguantar el medio hostil alfareño que rodeaba sus tareas diarias?

6. Junto a esta dolorosa muerte que conmocionó la ciudad entera y, especialmente, a los alumnos, entonces unos niños, también nos dejó absolutamente helados el extraño “entierro concertado” al que tuvimos que asistir entre una representación de las autoridades educativas, eclesiásticas, políticas y sociales... de la comarca...
El hecho fue que, don Manuel Izal, sacerdote del Centro, luchó a brazo partido contra la opinión del Párroco Mayor don José, y, también contra el escollo del Código Canónico, que prohibía acoger en cristiana sepultura aquellos que habían muerto en estas circunstancias... Pues bien, al fin, se celebraron el entierro y los funerales... o algo así, aunque no recuerdo bien la Misa con los gori – goris gregorianos, ni recuerdo el enterramiento en el Camposanto de Alfaro,... se dijo que dejaron el túmulo en la huesera, espacio para aquellos no católicos o como era el caso... Muchos rumores y pocos comentarios para cerrar este desgraciado caso...

7. Mas, como si se tratara de una novela negra, o peor, recuerdo vivamente otro capítulo con bendita tierra encima, con Camposanto y todo. Aquí, sí hubo santa sepultura:
Por aquellos mismos años, se produjo otro desgraciado y mortal accidente: un joven alumno del Instituto, apodado el “borrillo”, de familia humilde y muy travieso, se pinchó en una pierna con una caña durante las “prácticas de campo” que se hacían en la Huerta de La Florida, terrenos donde, más tarde, se construiría el Nuevo Instituto.
Se dijo que le entró la gangrena o el tétanos, o algo así, y en tres días murió con tremendos dolores. No se pudo hacer nada porque la inyección llegó tarde.
Otra muerte que nos agarrotó el alma y que guardo viva en la memoria, como todos los que la vimos:
contemplar a nuestro compañero, tendido y amortajado, con un sudario blanco sobre la piedra del Hospital de Logroño, y oír la machacona grave voz de don Manuel, el cura, rezando un rosario por su alma, ... y todos, todos llorando a lágrima tendida sin poder articular palabra,... sólo se oían los sollozos de impotencia y amargura incontenidos, sólo se sentía la tremenda impresión del cadáver del compañero y la emoción de verlo morado y muerto a un palmo de nuestros ojos... Aquella sala triste, medio a oscuras y aquella escena nos desbordó a todos... Para muchos, fue el primer tropezón con la muerte...

8. De las profesoras del Centro poco puedo decir. Recuerdo a dos profesoras hermanas, que se movían con timidez entre la masa humana que formaba el alumnado y el Claustro de Profesores.
Recuerdo más tarde a doña María Luisa, la esposa del famoso abogado alfareño don Victorino.
Profesora de Geografía, seria, competente y muy responsable... nos hacía memorizar hasta los ríos y los montes más pequeños de la península ibérica. Un poco demasiado.

9. Como contraste recuerdo mejor, porque causaban sensación, las dos hijas de la portera del Centro, la señora Jerónima, dos lozanas jóvenes y atractivas por las que perdíamos los ojos y el sentido... y algún profesor también parecía que las agasajaba...

10. De los profesores, recuerdo al insigne don Antonio Sanz Gallego, profesor de Dibujo, extremeño, moreno aceitunado y de buen porte. De don Antonio se pueden contar mil cosas, las mías ahí van resumidas:
Profesor de mucho carácter, incluso violento, al punto de que algún alumno, quizás, por su falta de habilidad gráfica, lo llegó a pasar mal, al sufrir en sus carnes las iras de las manos de don Antonio...
Se dijo por el pueblo, que tenía novia o novias, pero nunca se centró con ninguna... lo cierto es que como profesor dominaba la asignatura, la explicaba con convicción y el que quería aprender lo hacía, bien y mucho...
Era buen aficionado al teatro y a la música clásica y logró montar en el Teatro Cervantes obras de cierta entidad en las que colaboraban muchas personas del Centro y del mismo Alfaro... Siempre recordaré vivamente que en una de ellas incorporó al texto la bella y delicada música orquestal de Peer Gynt del compositor noruego Edvard Griep...

Más recuerdos tengo de las esculturas y dibujos que hizo a personajes ilustres de Alfaro. Estuvo vinculado a la Escuela de Artes de Corella, a 10 kilómetros, y creo que, durante algunos años, impartió clases de Dibujo y Escultura.
Iba y venía en una moto del tipo vespa, muy a la moda entonces, con la que presumía lo suyo.
Muy amigo de tertulias nocturnas, los veranos en la terraza del Casino, donde nos juntábamos dos y hasta tres generaciones: los mayores, de la telada del boticario don Federico Vallés y algún abuelo más; algunos profesores del Instituto, y los jóvenes, la mayoría universitarios que andábamos con las carreras iniciadas o a punto de terminar... Entre los profesores estaba fijo a la cita don Antonio, y los más trasnochadores de la ciudad: el abogado don Victorino Pascual, el boticario don Federico, algún alfareño peculiar... y nosotros, los veinteañeros Camilo, José Miguel Casas y yo, estudiantes de Derecho, Medicina y Arquitectura respectivamente... que lo pasábamos en grande escuchando ocurrencias seudo científicas al encanto de la noche en la fresca del verano... Siempre había tema de debate, a veces con encontronazos verbales pero sin discordia, amigablemente... Aquí es obligado recordar a don Federico Vallés, científico, inteligente, apasionado de la Historia, empedernido lector, gran conversador y muy ocurrente. Era la estrella de la tertulia nocturna, casi diaria, que duraba lo que dura un paseo tranquilo desde el Casino a la Estación, subida por La Florida y vuelta a la Plaza, donde se despedía el duelo y ¡a recoger todo el mundo! ¡Hasta mañana si Dios quiere!

11. Con auténtica veneración recuerdo a don Jesús Palacios, profesor de Ciencias de la Naturaleza, que se llamaría ahora su asignatura. Era veterinario y ejercía con mucho éxito la profesión junto con su suegro, don Celestino Osambela, también veterinario... vivían en frente de mi casa, una casa grande, antigua, la típica con gran patio de corral por donde corrían y saltaban todos los animales del pueblo: caballos, burros, vacas... cerdos, conejos, gallinas, perros... aquello era un completo espectáculo animado de animales domésticos, como la bíblica estampa del Arca de Noé.
Persona extraordinariamente educada, amable, siempre impecable y correctamente vestido... lo más parecido a un profesor de la Universidad de Oxford, en aspecto y modales. Daba gusto verlo. A mí, me enseñó infinidad de cosas que he utilizado y me han servido toda mi vida, como: el valor de las palabras, hablar con precisión, hablar con propiedad... y, una singularidad muy de su cosecha: usar mucho el Diccionario, tenerlo siempre a mano y, además, hacer un pequeño esfuerzo, casi diario, para ir formando un Diccionario Propio, particular, con las palabras que más utilizamos en nuestra vida corriente...
Nos animó a estudiar idiomas, y si es posible, a seguir estudiando hasta una carrera universitaria... tenía verdadera ambición y obsesión por el saber científico, por trasmitirlo y por la cultura en todas sus derivadas y aplicaciones...
Siempre recuerdo que conmigo tuvo una especial predilección, quizás por la vecindad, porque en esos años, yo, era un estudiante gris, y, en una conversación de verano en la Plaza España, le confesé, con cierta timidez e incluso miedo, que quería ser Arquitecto. Desde entonces, no me dejó ni a sol ni a sombra para que lo fuera y, en parte, a él debo mi carrera y vocación... siempre agradeceré los empujoncitos que me dio este esforzado y querido profesor, un gran maestro para todos.

Aunque sus clases eran un rollo duro de pasar, eran a la tarde, nos entraba sueño, la siesta, y no nos interesaban mucho a los chicos, en general, por las materias que trataba - Organografía Animal, Ganadería y otras – pero don Jesús intentaba amenizarlas contando anécdotas aunque se salieran del tema... y a veces lo conseguía.
Siempre recordaré aquel cuadernillo, pequeño block, soporte del Pequeño Diccionario Particular, que nos obligaba a escribir, de nuestro puño y letra, las palabras, frases, y expresiones que durante sus clases magistrales, muy científicas, iba desgranando, palabras todas con la definición precisa, y palabras todas relacionadas con la materia de su asignatura y las mil derivaciones de los múltiples campos del saber por las que nos iba llevando... ¿quién guardará aquel cuaderno? Era una auténtica joya... Gracias don Jesús, siempre le estaré, le estaremos, muy agradecidos.

12. Del cura del Centro, don Manuel Izal, se recuerdan hay muchos episodios. Buena persona pero cura de los de antes, preconciliar, como no podía ser de otro modo,... con sotana, boina y una pequeña moto Mobilette a pedales que, como buen navarro de Corella, le permitía acercarse a visitar a su familia con mucha frecuencia.
Intentaba en sus clases, el tozudo predicador, meternos en el cogote los Misterios de la Santísima Trinidad y otros dogmas por el estilo que a nadie gustaban y a todos aburrían por abstrusos... además, ya empezaba algún alumno adelantado – los Luteros de turno - a meterle en apuros, planteando cuestiones “contra – teológicas” de las que le resultaba difícil salir, a pesar de sus amplios saberes.
Por cierto, a Camilo y a mi, nos llegó a dar clases en su casa de latín y griego, para seguir con el Bachiller Superior después de hacer los cinco años en el Instituto... El pater se defendía.

13. Otra “rara avis” entre los profesores del Centro nos parecía don Luis Álvarez Dieste, profesor de idiomas y muy buen profesor. No se sabe de dónde era, se casó con una guapa chica alfareña, luego fue a Madrid y desapareció por los Ministerios, se dijo... Pronunciaba el francés como si lo hubiera mamado y logró un Premio Nacional con su libro de francés del que presumíamos todos... Era un enorme lujo tener un profesor que había escrito un libro del curso... Entonces no había libros... o muy pocos.
Sus grandes zapatos bien lustrados, con cordones, estilo inglés, o eso parecían, me llamaban mucho la atención. Vestía con buenos trajes y tenía una compostura elegante, un cierto aire extranjero que le daba mucha personalidad.

14. Dedico una mención muy especial y muy cariñosa a un grupo de profesores que denomino “los científicos”: Nevot, Gª Orús, Castillo, Zapatel,Tejada,... a todos, los mencionados y alguno más que no recuerdo, seguro que pusieron de su parte lo mejor para “hacer de mi y de mis compañeros, unos hombres de bien” como se decía entonces... vaya mi reconocimiento y más de mil gracias por su dedicación, esfuerzo y entusiasmo.

• De don Eduardo Nevot, joven profesor de Matemáticas, catalán,
recuerdo que en invierno daba las clases alrededor de la estufa, no había calefacción, y el humo y los logaritmos se mezclaban a partes iguales. Buen profesor, joven y pulcro, escribía divinamente en la pizarra con la mano izquierda, al tener la mano derecha “recogida”... por la polio. Un profesor muy competente y muy respetable...

• Don Antonio Gª Orús, químico en la Azucarera de Alfaro y que venía
al Centro con una sonora moto Guzzi y por el atronador ruido del motor sabíamos si habría clase... buen profesor de Química y buen enseñante... tenía una pierna “recogida” también por la polio... y cojeaba un poco. Tenía mucha clase, muy serio y muy respetado.

• Don Antonio Castillo, alfareño, Perito Agrícola y agricultor de familia,
también venía en moto Guzzi, roja y de sonido característico... estaba al cargo de las Teóricas y Prácticas Agrícolas y Ganaderas, ayudado por el bueno del señor Basilio, que nos gustaban mucho y eran muy entretenidas, ...era como salir al campo de excursión y, lo mejor, subirse al tractor alemán verde, era como subirse al tiovivo de Fiestas. Lo que nadie se explica, cómo no se produjeron más accidentes en el Campo de Prácticas o en los Talleres, por el gran riesgo que suponía las grandes máquinas propias para hombres hechos y derechos, y, en cambio aquí, estaban manejadas por alegres y traviesos jovenzuelos... Nuestro Ángel de la Guarda y un milagro nos salvó.

• Don Agustín Zapatel, joven veterinario de Cervera, se mataba por
enseñarnos la Biología y los microorganismos, las células y la reproducción microbiológica, el cigoto y el homocigoto, los espermatozoides y los óvulos, que, entonces, representaban un misterio inabordable para nuestras cabezas, incapaces de entender que unos bichos tan minúsculos dieran lugar a fenómenos tan grandes... Cosas inconcebibles de la Naturaleza... cosas que nunca nos logró aclarar pero lo pasamos muy bien.

• De don Raúl Tejada, químico de Castejón y Empresario de las
famosas “Lejías Nacar”, recuerdo que fue mi mejor profesor de Matemáticas, y uno de los mejores educadores de vocación que he conocido en mi vida, me marcó mucho, como no ha sabido hacer nadie, el gusto por esta abstracta ciencia de los números. Creo que venía al Centro en un pequeño coche, siempre trajeado y con sombrero. Todo un señor profesor. Sabía explicar admirablemente, sabía hacer amena la clase trasladando la teoría matemática a los ejemplos de la vida cotidiana... sabía atraer la atención de toda la clase aunque fueran temas muy conceptuales y raras teorías obligabas por el programa del curso. Buen carácter, severo, con autoridad y magnánimo. Sabía ser profesor y casi casi, un padrazo para sus alumnos.
Nunca en la vida me olvidaré de sus apuntes, perfectos, claros, didácticos, y siempre le estaré, querido don Raúl, muy reconocido. Gracias profesor, maestro y amigo.

15. Recuerdo otro grupo de profesores que llamo “de manualidades o talleres” que daban al conjunto de las numerosas asignaturas una animación más práctica y que, a pesar de no considerarlas de la importancia de las otras, pronto nos percatamos que tenían mucha.
Al paso del tiempo, a los años, pudimos ver que ensamblar una madera o arreglar el enchufe de una plancha, era algo muy práctico que agradecía mucho tu madre y daba muchas satisfacciones al que lo hacía, además, estas cosas nunca se olvidan, son cosas muy agradecidas y muy prácticas.

Por eso, vayan mis agradecimientos y mi recuerdo a aquellos sacrificados profesores que tenían que poner orden en los Talleres, entre una tropa joven, inconsciente e indómita.
Recuerdo con mucho afecto a
• don Eugenio Casas, del Taller de Carpintería; a
• don Joaquín Ausejo, del Taller de Mecánica; y a
• don Pedro Fernández, del Taller de Electricidad.

Nunca agradeceremos lo suficiente a estos esforzados profesores por su constante desvelo y dedicación para enseñarnos, entre otros cientos de cosas, a cortar, lijar y ensamblar la madera; a limar, cortar y soldar el hierro; y a pelar un cordón eléctrico, colocar el casquillo de una lámpara del flexo, montar el enchufe de un hornillo y otras maniobras eléctricas... No se puede pedir más, ¡ah! sin olvidar la instrucción teórica y el apoyo de nociones elementales de la física, el magnetismo y la electricidad... Gracias por todo, vayan mi grato recuerdo y el merecido reconocimiento para ellos...

16. Del Sr. Basilio, ayudante de don Antonio Castillo, en las prácticas de Campo, recordamos el tractor, la huerta de la florida, y las tardes al sol... sudando la gota gorda con la azada, haciendo canteros y limpiando ribazos... la paciencia que tenía el señor Basilio para que los rebeldes y alocados muchachos no hiciéramos algún chandrío y tuviéramos que lamentarlo... y eso se repetía casi todos los días, por norma... Un buen hombre, a pesar de padecer del estómago y tener fuertes dolores...

17. Tampoco se nos olvida el famoso y popular bedel señor Parra...
famoso por la autoridad que imponía al alumnado, mandaba más que el Director y los Profesores juntos, como si fuera el dueño absoluto del Instituto ... pero como el hombre estaba muy gordo y a su familia le apodaban “botellas” ... había una canción de moda que se la cantábamos a escondidas para hacerle rabiar. Decía algo así: “que le quiten el tapón, ... que le quiten el tapón, ... que le quiten el tapón,... al botellón, al botellón... ”... y el bueno de Luis se cogía unos enfados morrocotudos, y congestionado, hecho una fiera, sacaba una furia que no sabía dónde descargar... y nosotros, escondidos, nos moríamos de la risa,... cosas de chiquillos. Bromas aparte, fue un buen bedel, cumplidor de su deber y siempre en la brecha.

18. Mantengo vivo el recuerdo de las calles sin pavimentar, del barro cuando llovía, el juego de los pitones en los hoyos... y de la escasez de medios para estudiar: miseria de papel, de lapiceros - empezaban los bolis bic -, de los raídos atuendos, carteras y carpetas azules de cartón... zapatos gastados, abrigos, jerseys y pantalones raídos y remendados... de la pobre iluminación de las aulas, de la ausencia de calefacción, sólo estufas de serrín o troncos de madera... de los sabañones en las manos... y hasta de los mocos colgando en las narices de algún despistado...
No se olvidan los animados recreos en el patio ni las travesuras y las faltas a alguna clase... Tampoco las excursiones por las capitales: Logroño, Burgos, Zaragoza, Madrid... Barcelona... donde se visitaban las ciudades por vez primera y los primeros Monumentos de nuestra vida... Todo era novedad,... así que se nos ponían los ojos a cuadros ante tanto arte junto, tanta gente, tanto coche, tan grandes ciudades...

19. A nadie se le olvidan los ratos pasados en el futbolín del Bar Deportivo del señor Julián “el caguera”, así le decían... un personaje de lo más singular... por el olor característico del local, por el espejo en el que con “Blanco España” escribía sus sentencias... y sobretodo, por los artesanos y señoritos que comían gambas, percebes, berberechos y otros bichos raros,... algo desconocido en aquellos tiempos para la inmensa mayoría de los mortales... ¡qué envidia!... sólo barbos y madrillas del Ebro, chicharros y sardinas, eran la comida más popular y el arroz con pollo, la comida de un día de fiesta o de algunas Bodas en una casa normal. Eran otros tiempos, la posguerra civil...

20. Y como no es justo que sólo haya citado a Camilo, como alumno, amigo y compañero del Instituto, dedico este capítulo al recuerdo de otros compas, al que habría que dedicar más tiempo, pero ya lo haremos en otro momento.
Se lo merecen, porque, en definitiva, fueron la sangre que movió el corazón de este gran Proyecto, el Instituto Laboral de Alfaro.

Me limitaré a citar a los que primero tengo en la memoria, a modo de homenaje para todos, unos están y otros, por desgracia, se han ido.
Como si se tratara de un puñado de cerezas cogidas al azar, entresaco de la cesta estos queridos y entrañables compañeros:

• José Manuel Esquitino, el más listo de la clase,
• Agustín Zapatel, de Cervera, muy aplicado y buen dibujante,
• Andrés Aznar, un don Juan y un guaperas,
• Marino Urtubia, muy buen alumno, de mucha memoria, valía y mucho corazón, como su hermano chiquito “el Luisito”, q.e.p.d., vecinos míos de calle...
• su primo César Matute de Rincón de Soto, un cabezón, buen estudiante y muy formal...
• Ramón Mesanza, un alumno alegre y simpático,
• Isidro Galdámez, otro más alegre todavía y muy ligón,
• Armando Carbonell, “un salao” y un buen cómico, q.e.p.d.,
• Ángel Cepeda, buen escolapio, las hacía redondas, y tan tranquilo.

Y muchos más. Capítulo aparte la caterva que venía de fuera en tren, los de Castejón, “le pelos”, “el panas”... y muchos en bicicleta... los de Rincón de Soto, Aldea Nueva, Corella, Cintruénigo, Cervera... donde había tipos muy majos, chavales divertidos, inmejorables, que todavía recuerdo... también había otros famosos... famosos y memorables sólo por sus travesuras.
Es decir, como en botica, había para todos los gustos, eso sí, chicos buenos, todos blancos, del país, que no había llegado la inmigración... algunos un poco más morenos, los de Castejón porque, al parecer, se les pegaba el humo y la carbonilla de la Renfe... o no se lavaban lo suficiente. Esto del aseo personal tampoco había llegado, escaseaba el agua, los sanitarios, los jabones, las colonias... y, aunque estuviera helando, era proverbial la frase antes de empezar la clase: ¡abrid los balcones... que salga el tigre! Y, en pocos minutos, se disipaba el olor humano acumulado por veintena de alumnos durante una o dos horas de encierro.

Por encima de todo, quiero destacar el buen ambiente, la inmensa alegría y la total camaradería entre todos lo alumnos del Instituto... Aquello, con sus pequeñas miserias propias de aquellos tiempos, es y será sencillamente inolvidable.

21. Estás páginas son un borrador apresurado de lectura restringida a la solicitante, amiga y profesora Mari Jose Mnez. Landa, que valorará si deben salir de sus manos y en qué medida las quiere publicar. Ella es la dueña y señora...

Siento no poder dar más detalles y más precisos, de aquellos sucedidos porque, en la distancia de 50 años, sólo han quedado en mi memoria las cosas fundamentales, las más gordas, las que más golpearon mi pequeño y joven corazón.

Y, lo que me parece más emocionante, la razón por la que escribo con inmenso cariño estas letras, el hecho más grande que me ha ocurrido en la vida y que nunca podré agradecer suficientemente, es la alegría que siento de “poderlas escribir gracias a la creación del Instituto Laboral de Alfaro, a sus profesores y a todas las personas que lo hicieron posible. MUCHOS MILES DE GRACIAS”.

Unos años antes, en Alfaro, era impensable acceder a un Centro Educativo de este nivel, que nos sirvió de trampolín a unos pocos privilegiados para dar el gran salto a la Universidad y estudiar nuestras carreras con gran solvencia científica.
Entonces, que recuerde, sólo dos o tres universitarios había en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Alfaro.



En Alfaro, Mayo de 2009