miércoles, 17 de marzo de 2010

Antonio Marin Perurena


Hola Mª José espero que esto sea como el refrán “mas vale tarde que nunca”.

Por tener un hilo conductor mi relato comenzará cronológicamente, aunque como es normal tengo mis lagunas.
Mi primer recuerdo del Instituto es en su periodo de construcción, que los domingos y días de fiesta jugábamos al escondite mientras duraron las obras tanto del instituto como de las casas de los profesores.
Como alumno, mi primer contacto con el Instituto es el examen de ingreso prueba de nervios pero no resultó complicada, recuerdo que un cura llamado Don Santiago me pregunto en esa prueba si conocía alguna ciudad española a parte de Madrid que hubiera sido capital de España yo no recordaba pero a tun-tun le dije Burgos, el sacerdote me contestó que no se refería a esa ciudad sino a Toledo.
Como sabes en esa época comenzábamos el primer curso a la edad de 10 años, recuerdo profesores como Don David, Don Manuel el cura, Don Rafael que impartía dibujo, Don Jesús Palacios, etc… En ese curso recuerdo las clases de Educación Física con José Luís apodado “el cometa” que debido a su formación de paracaidista casi nos instruía militarmente, incluso algunos ejercicios que realizábamos eran los mismos del servicio militar.
Como olvidar aquellos ejercicios gimnásticos en el campo de fútbol, con una banda de color sobre la camiseta de gimnasia el día de Santo Tomas de Aquino. Este campo de fútbol estaba donde está situado ahora el Colegio Público San Ezequiel.
Ese año en Santo Tomas, se jugó un partido de fútbol amistoso y participó no se si con nuestro equipo o contra nosotros Javier Tejada hermano de Raúl, en una de las jugadas le propinó un patadón muy fuerte al balón con tan mala suerte que le golpeó a mi amigo Vicente Martínez Heras quedando en el suelo sin sentido. Rápidamente trataron de reanimarlo, pero en un principio no respondía, hasta que por fin comenzó a toser y recuperar poco a poco el sentido.
Recuerdo a una “Chity” explicando en clase y relacionando algunas cuestiones con sus amigos o novios, a los cuales se refería con cierta frecuencia. De esta profesora a la cual recuerdo con cariño tengo que decir que las prácticas de laboratorio que realizábamos en Ciencias o en Física siempre le salían bien, cosa que no sucedía con otros profesores.
Fernando Ferreró profesor que nos enseñó a saber leer un periódico, y que en alguna ocasión en su afán de transmitir conocimientos y cultura en general nos hablaba de la técnica del Yoga y realizaba alguna postura en clase, con el consiguiente regocijo nuestro y la sorpresa que ello suponía.
La biblioteca poco visitada por nosotros, situada donde ahora están las oficinas, concretamente los archivos de la oficina.
Las oficinas con Manolo Arpón como administrativo, situadas donde ahora están los materiales de la limpieza, justo debajo de las escaleras que suben a la aula de música y las salas de visitas.
Años infantiles y juveniles donde descubrías un mundo totalmente nuevo con un profesor de Lengua que era el juez de Alfaro y que en algunos momentos de indisciplina te hacía poner la mano para golpearnos con una regla como castigo. Lo primero que hacía este caballero era elegir delegado de curso y le regalaba al delegado una libreta y un lápiz, para que fuera apuntando lo que el le mandaba. Recuerdo a este profesor-juez realizar algunas preguntas y si fallabas, le ordenaba al delegado que apuntase en la libreta un cero y en ocasiones mandaba así “apúntele a este señor veinte ceros y enséñeme la libreta” que para ese menester le había regalado. El delegado como era lógico le apuntaba al susodicho alumno los 20 ceros.
En otra ocasión Don David que nos impartía geografía universal le preguntaba a un alumno por Canadá, el pobre estaba fuera de onda y no se acordaba de nada, el compañero que estaba a su lado le chiva en voz baja, que uno de los recursos de esa nación era el bacalao, el profesor le pregunta ¿de donde se obtiene dicho bacalao el alumno le responde “de las minas” genial.
Otros profesores no dejaron en mi gratos recuerdos, pero prefiero olvidarlos. Recuerdo al profesor de Francés preguntando a un compañero mío de Soria, en tercero de bachiller, sobre los instrumentos o utensilios de cocina en francés, el pobre ni idea, el guasón de turno que se ponía en clase justo detrás de este soriano le chiva y el pobre repite literalmente: el cuchillé, la cucharé… y el profesor sin dejarle terminar le dice: si y el tenedoré.
Como puedes ver a esa edad éramos algo incautos.
Los talleres de carpintería, del cual era profesor Don Eugenio Casas apodado por nosotros “el virutas”. Don Joaquín Ausejo profesor de mecánica, posteriormente compañero y contador de chistes, por último en esta área, el taller de electricidad impartido por Pedro Fernández.
De este profesor, recuerdo en sus clases que coincidían con el medio día (12 horas), interrumpir la clase para hacernos rezar el ángelus, también tiene en mi memoria la mayor bofetada que yo he visto pegar a un alumno de tal manera que lo derribó al suelo como si fuera un muñeco, seguido se percató de lo que había hecho y le pidió perdón al alumno y a la clase.
Otra anécdota. Don Antonio Sanz profesor de dibujo, estaba realizando unos dibujos topográficos con tintas de diferentes colores, no se si te acordarás pero eran unos tinteros pequeños de cristal, cada uno de un color diferente, se acerca “el churrero” a realizarle una consulta y le dice el profesor: por favor retírese que me va a manchar la lámina de dibujo, el alumno apremiado por la falta de tiempo vuelve a insistir sobre su duda, el profesor repite lo mismo, tenga cuidado que me va ha derramar los tinteros, el alumno espera unos segundos y vuelve a la carga con tan mala suerte que derrama algún tintero encima de la lámina del profesor. No te puedes imaginar que cantidad de improperios le dijo el profesor al alumno acompañado de alguna torta, empujón y golpes que este profesor fuera de sí le propinó al pobre churrero. Otro recuerdo de este profesor es el estar dibujando dos noches seguidas sin dormir, para poder entregar la lámina de dibujo lineal de fin de curso a tiempo. “La famosa llave de paso”.
Recuerdo en alguna ocasión funciones de teatro leído en el salón de actos por cierto para esa edad era un auténtico rollo, así como en cierta época de estudiante la proyección de diferentes películas prestadas por las embajadas de algunos países las cueles para mi fueron extraordinarias.
Un recuerdo que en aquella época me impactó, fue la construcción de un pequeño cohete que se lanzó al espacio desde el campo de prácticas agrarias y atado con una cuerda fina para que no pudiese caer fuera del instituto.
Respecto a la fábrica piloto recuerdo a Pedro Ruiz Felipe enseñándonos los diferentes procesos en la conservación de los alimentos así como a Jesús Palacios enseñándonos los corderos, cerdos, los sementales etc..
El DEUZ tractor épico refrigerado por aire como reza en su carcasa, único tractor que yo he conducido, con acelerador de pedal y otro de mano. Al pobre Basilio capataz del campo de prácticas con más paciencia que el santo Job, tenía que aguantar la juventud de los alumnos con sus ganas de divertirse sobre todo al aire libre y en ocasiones las ordenes de los profesores.
Las clases eran muy numerosas, en segundo y tercero mas de 50 alumnos por aula, la calefacción una estufa de butano, necesaria las primeras horas de clase, pero luego con tantos alumnos por aula teníamos calefacción humana.
Mención especial para un bedel que no lo conocí mucho, Heliodoro, persona que en varias ocasiones me tocó ver, incluso colaboré con el en horas de taller, realizaba todo tipo de reparaciones, eso si que era un bedel. En lo que yo lo conocí estaba siempre de buen humor, cuando te reprendía lo hacía como un padrazo. No puedo opinar lo mismo de otros, que en algunos casos parecían policías demostrando mas autoridad que los profesores incluso que el equipo directivo, castigando a los alumnos sin ser escuchados por profesor alguno y si te negabas a cumplir sus castigos, entonces lo comentaba con el profesor que le parecía, con el fin de que te obligase a cumplir dicho castigo. En cuanto al tema de las pequeñas reparaciones mejor que no las hicieran, por que el ingenio y la habilidad no es un don que tenga todo el mundo.
La piscina, que delicia bañarse en mayo y en junio. Como es lógico, debido al horario de clase y a la coincidencia de cursos, teníamos un tiempo corto y limitado para bañarnos, pero era un buen rato donde los compañeros nos gastábamos bromas y lo que allí se oía eran risas y gritos. Por la noche algunos alumnos nos bañábamos en verano, pero siempre con miedo y a escondidas ya que muy cerca vivía el capataz y su familia, uno de nosotros se quedaba vigilando y en cuanto notábamos algo, ruido, luz, etc avisaba y todos a correr.
Esta piscina se llenaba con agua de boca, por medio de una tubería de hierro de dos pulgadas lo cual hacía que el tiempo de llenado fuese de varios días, se nos hacía eterno. Al cabo de ciertos años se suspendieron los baños, ya que las exigencias legales e higiénicas hacían casi imposible su utilización.
Otro recuerdo agradable fue la profesora de matemáticas, “La Toya” esta profesora además de sus clases muy bien impartidas por cierto, era guapa y aunque yo era un crío recuerdo como se referían a ella los mayores, con frases mas o menos afortunadas, mas o menos groseras pero todas en sentido positivo de su físico.

PROFESORES QUE ME DIERON CLASES:
Doña Mª Luisa
Don David
Don Rafael
La Toya (perdona pero no recuerdo su nombre.)
Don Manuel (el cura)
Don Pedro Fernández
Don Eugenio Casas
Don Joaquín Ausejo
Don Félix Arbizu
Don José Luís (el de gimnasia)
Don Emilio Bustamante
Don Jesús Palacios
Don Raúl Tejada
Don Pablo Bretón
Don Antonio Castillo
Don Antonino Burgos
Don Luís Álvarez
Don José Ramón Baroja
Don Fernando Ferreró
Don Antonio Sanz
Profesor disciplinado, organizado, Don Antonino Burgos, sus clases siempre estaban llenas de contenido, sus exámenes corregidos a tiempo, un buen profesor, tal vez le faltaba un poco de humor, de chispa pero te enseñaba.
También nos dio alguna clase práctica de agricultura y del tractor Don Basilio
Durante unos meses nos impartió clases de francés la hija de Don Benedicto, la pobre entró el primer día hablándonos en francés, solo en francés, no le entendíamos casi nada, cuando pasaron algunos días y se percató del nivel que teníamos nos daba las clases en castellano

No hay comentarios:

Publicar un comentario