miércoles, 17 de marzo de 2010

Raquel Gáldamez Peña


Una laringe estentórea y arcana expelió con funesta iracundia gigantescos baladros". Este es el primer y peremne recuerdo del instituto. Un serio profesor de lengua nos daba la bienvenida con este texto tan peculiar. Todo era diferente, las clases, los amigos, los educadores, el patio...empezaba la etapa más crucial de toda persona, la adolescencia y con la perspectiva que nos da el tiempo veo que ha sido tremendamente enriquecedora. Lamentablemente, aquel profesor de lengua que me enseñó a amar la literatura, la gramática, la poesía, hoy no está presente, pero a Antonio le dedico mi gratitud por cuanto me enseñó (¡llegué a aprenderme de memoria un montón de poemas!). Él estaba muy contento con nosotros, porque fue tal el impacto de ese primer texto, el de la laringe, que de él salió un grupo de música llamado: FUNESTA IRACUNDIA y eso le hacía sentir muy orgulloso.
Recuerdo también con especial cariño el viaje de estudios que hicimos a París, Brujas y Bruselas, qué experiencia, un grupo de adolescentes hormonados en su primera incursión europea, exaltación de la amistad para siempre. Exprimimos el tiempo para sacarle hasta el último segundo de aprovechamiento, queríamos ver todo, de día, de noche, museos, discotecas... Desde entonces hemos hecho alguna reunión al cabo de los años y parece mentira pero la vida nos ha dado una vuelta de campana a casi todos, ya somos mayores...
Los ratos de la cantina también son de destacar, ahí aprendí a jugar al mus, como la mayoría. Era el punto de encuentro.
Aún mantengo a los amigos de entonces, con la salvedad de que ya no tenemos acné. Sé que hay muchos profesores a los que nombrar, pero yo especialmente tengo mi mejor recuerdo con Antonio así que en su nombre saludo a los demás. Matemáticas, con Alejandro eran mi pesadilla, química también, historia y lengua me encantaban y religión era la más distendida...
Han pasado ya 15 años desde entonces y ahora con la tranquilidad que me da ese devenir del tiempo considero que el instituto supuso para mí una época enormemente fructífera, he disfrutado mucho de esos años y doy gracias porque me ayudó a enriquecerme personalmente. Ahora soy enfermera, vivo en Zaragoza y siempre que vuelvo al pueblo y paso por mi instituto esbozo una amplia sonrisa. "

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