lunes, 15 de marzo de 2010

Jesus Bonafuente


Os remito las vivencias que recuerdo de mi paso por ese Instituto.

Cursos. Profesores. Compañeros.

Estuve en el Instituto Gonzalo de Berceo hasta la finalización del Bachillerato Superior que en aquel momento y al tratarse de un instituto Laboral, constaba si recuerdo de Séptimo y Reválida. El examen de esta Reválida se hacía en Zaragoza y para nosotros era prácticamente como un día de excursión aunque evidentemente se trataba de algo más que eso.

De los profesores, quien no se acuerda de los Casas, Ausejo, Pedro Fernández profesores de Carpintería, Mecánica y Electricidad respectivamente, que aunque son los que nombro, no tengo ningún recuerdo negativo de ninguno del resto de profesores y es que esto es como la mili, que únicamente te acuerdas cuando hablas con los amigos de aquello que te ha dejado buen poso y lo negativo, tendemos a olvidarlo o llevarlo a lo más escondido de la memoria. De estos profesores aprendí lo que ahora se denomina bricolaje y tengo que decir con orgullo que me atrevo a realizar composturas en mi casa o en las que me lo soliciten de manera amateur. También y debido a mi trabajo actual, tengo un agradecimiento para Raul Tejada profesor de Matemáticas, que como creo que padecía de úlcera de estómago, era muy exigente y siempre andaba con el termo y las galletas. He dicho exigente, pero muy ecuánime. En otro orden de cosas, me acuerdo de Emilio Bustamante entonces alcalde de Alfaro. Con toda la polémica suscitada con la asignatura de Educación para la Ciudadanía recuerdo que nosotros recibíamos Formación del Espíritu Nacional (FEN).

Quiero hacer un mención especial para dos profesores que me han dejado una huella más importante y se tratan de Fernando Ferreró y Jesús Palacios Remondo.

De Fernando Ferreró recuerdo que era un profesor al que le sobraba el libro de la asignatura. Lo que hacía era hacernos leer por turnos rotatorios libros que él mismo llevaba a clase. La figura de este profesor, casi le he visto reflejada en la película “El club de los poetas muertos” ya que podríamos considerar que hacía aquello que le parecía más conveniente para nuestra educación y es un profesor al que he puesto de ejemplo muchas veces a mis hijos. Recuerdo de él la ingente cantidad de pastillas Juanolas y caramelos que consumía.
Una anécdota que me gusta mucho recordar es la siguiente: Un día que estábamos en las lecturas que he comentado a alguien, se le cayó un bolígrafo o un lapicero. En ese momento Ferreró ordenó que se detuviera el lector y comentó que durante la lectura deberíamos tener cuidado con estas distracciones por que se generaba un ruido ensordecedor. Inmediatamente nos hizo coger un lapicero a todos y cada uno de la clase y a una orden suya, nos pidió que lo soltáramos y os podéis imaginar el ruido. No tengo conciencia de que volviera a caerse algún lapicero en clase.

De Jesús Palacios que era profesor de Veterinaria, el recuerdo viene de nuevo por el trabajo que desempeño desde hace muchos años y es que creo que podríamos considerarlo en aquel momento un visionario. En cierta ocasión, nos habló, comentó o leyó, no recuerdo exactamente un libro titulado “El desafío americano” de Jean Jaques Servan-Schreiber que fue escrito en 1968 y en el que se hablaba de la invasión de la tecnología EE UU en Europa y ya aparecían las palabras “chips” “binarios” y que entiendo que para nuestra tiernas mentes de entonces eran palabras ininteligibles. Sin saberlo, estábamos siendo testigos del nacimiento (por lo menos para mi) de la Informática. Hoy puedo deciros que llevo más de treinta años trabajando en ello y he visto las evoluciones brutales así como la dependencia que ha generado la Informática en nuestras vidas.

Respecto de los compañeros deciros que guardo muy gratos recuerdos tanto de los compañeros de Alfaro como de aquellos que venían de fuera y que estaban el La Residencia, aunque por motivos personales y sentimentales de quien más me acuerdo es de Antonio Luis Carrillo Jiménez, persona muy allegada y que nos dejó un maldito día 4 de Agosto (maldito por lo que supone aunque era el cumpleaños de mi hija) y que desde mi punto de vista absolutamente personal, por motivos variados, su memoria ha quedado bastante maltrecha.

En un local que tenían los padres de Toño, un alumno de nuestro mismo curso (Manuel Moreno), nos daba clase particular durante una hora diaria. Acabada la clase, formábamos unos equipos Toño Carrillo Jiménez, Antonio Castillo Bretón, Angel Fernández Ordoyo, Francisco Carrillo y yo y jugábamos una partida de cartas. El resultado de esta partida conllevaba quien pagaba los “tigres” que nos tomábamos en el Bar Tívoli al día siguiente a la salida de clase al mediodía.

Excursiones. Exposiciones. Semanas Culturales.

En este apartado tengo recuerdos de las excursiones que hacíamos a Yerga con el tractor del instituto, tractor que por cierto he vuelto a ver esta Semana Santa que se encuentra expuesto en el hall del edificio actual. También estaban las visitas que hacíamos a la Azucarera con la señorita Chiti, fábricas de conservas e incluso una excursión que hicimos a Pamplona para visitar la fábrica de los Morris y los Minis.

La excursión de la que guardo más recuerdos es la del viaje Final de Curso. Este viaje lo realizamos por Andalucía visitando Granada con su maravillosa Alhambra, Córdoba con su no menos maravillosa Mezquita, etc. Para la financiación de este viaje, había que recurrir a la imaginación que creo que nos daba para bastante. Recurrimos a empresas del pueblo para que nos hicieran donaciones, recurrimos a la recogida de cartones o botellas de champán que se cotizaban bastante y que vendíamos al chatarrero Piteo.

Capítulo aparte merece la gran financiación del viaje que nos vino vía de unas representaciones que hicimos en el Salón de Actos del propio instituto. Esto que ya lo habían realizado otros cursos anteriores, contó con la grandísima suerte de la aparición de un conjunto musical cuyos integrantes eran de Alfaro y que se denominaban Los Swings o The Swings si no recuerdo mal y que estaban aconsejados por Pedro Nievas padre y entre sus integrantes estaba Nievas hijo a la batería. El resultado fue tan clamoroso que se repitieron las representaciones durante tres o cuatro días y como había que pagar una entrada pues…………

No tengo muy claro el asunto de las Exposiciones o las Semanas Culturales, aunque en este último apartado me atrevería a meter lo que en aquellos tiempos se denominaban Ejercicios Espirituales y que nos daba D. Manuel Izal. Tengo que decir que estos ejercicios, creo que no nos los tomábamos muy en serio ya que prácticamente todos llevábamos novelas para ponerlas en las rodillas y atender poco. Algunas veces nos pillaba el profesar y las novelas eran requisadas aunque eso, no nos atemorizaba mucho.

Ahora que hablo de D. Manuel, recuerdo las cuestaciones para los “chinitos”. Nos daban unas huchas con formas variadas de personas asiáticas (Chinitos, Negritos, Indios, Hindúes, etc.) para hacer la colecta. Además de dinero contante y sonante, valían sellos y D. Manuel hacía un ranking de nosotros subrayándonos con lapiceros rojo o azul dependiendo del acto.

Alguien era capaz de ponerle un papel en la bujía de la Mobilette que tenía.

Edificio. Campo de prácticas. Biblioteca. Capilla.

En general del edificio y de sus dotaciones, recuerdo el tejado de Uralita con unos ventanales tremendos y por lo tanto con un frío importante y que nos calentábamos con estufas de butano que eran repuestas por los bedeles de aquellos tiempos siempre vigilantes en su casetita. Del resto de equipaciones y ya que hacéis referencia al campo de prácticas, nos llevaban a conducir el tractor (nos pegábamos) o nos llevaban a quitar hierba o recoger alcachofas. Otras equipaciones importantes que recuerdo eran la fábrica de conservas, los diferentes talleres de las asignaturas que he comentado anteriormente y sobre todo haber sido afortunado de inaugurar el laboratorio de Francés que representó algo muy importante para el instituto.

En otro plano, quien no se acuerda de la cantina con la señora María al frente que nos vendía lo que hoy se consideran chucherías o la piscina que limpiábamos cuando llegaba el verano con su trampolín o el aparcamiento de las bicicletas o los vestuarios o el laboratorio de Física y Química o el inmenso pasillo que nos llevaba a las aulas, etc. También recuerdo con mucho cariño el Campo de Fútbol donde hacíamos demostraciones de gimnasia con las banderitas azules y amarillas con los saltos del potro y el plinton ¿?. Con el miedo que nos generaban aquellos cacharros.

En fin como veréis recuerdos muchos y seguro que me dejo bastantes y seguro que quizás sea injusto con alguien pero entiendo que sabréis hacer uso de lo que os cuento y además seguro que sabréis recomponer esto que nosotros llamamos “tormenta de ideas”.

Gracias por acordaros de mi persona. Saludos.

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